El 24 de noviembre de 2024, “Ramy Elgaml murió en Milán en un accidente que se produjo tras una persecución de ocho kilómetros entre un coche de los Carabinieri y la moto en la que viajaba con su amigo, Fares Bouzidi. Tenía 19 años. Murió en su barrio, Corvetto, donde ahora se le homenajea con fotos y flores junto a una sábana en la que se pide ‘Verdad para Ramy’”, explica Martina Micciché en Valigia Blu. Elgaml no se detuvo en un control.
En la página web de la Agenzia S.I.R. (Servicio de Información Religiosa), Lorenzo Garbarino describe Corvetto y lo que parece ser una constante: urbanismo obrero, suburbios, exclusión, pobreza, delincuencia: “Hace tiempo que se agotaron los esfuerzos de reurbanización, y la concentración de pobreza material y cultural y el desarraigo de la zona han provocado una lenta pero constante degradación de la zona”, escribe.
Esa misma noche, prosigue Micciché, “comenzó la primera protesta, con contenedores quemados y enfrentamientos con la policía. Siguieron otras, relatadas en los titulares a través de la imagen de un Corvetto sumido literalmente en llamas”.
La escena se repite: personas enfadadas en zonas marginales de las ciudades y apartadas de la política. La escena también se hace eco de otras muertes en otros lugares de Europa.
En Francia, la última en tener eco en los periódicos, pero no en el tiempo, es la de Nahel Merzouk (de 17 años), al que un policía le quitó la vida el 27 de junio de 2023. Según el agente, el coche que conducía el joven no se detuvo en un control y lo embistió, por lo que abrió fuego en defensa propia. Esta es la versión que recogieron inicialmente los medios de comunicación.
No obstante, los testimonios en vídeo de este caso son numerosos y muestran un homicidio: “Merzouk es otro adolescente racializado más, víctima de una policía afectada por un racismo sistémico. Es la gota que ha colmado el vaso para decenas de barrios populares, desatendidos por los servicios públicos y condenados al ostracismo, cuyos jóvenes se están rebelando”, escribía Tom Demars-Granja en l'Humanité, el pasado octubre, más de un año después de los hechos.
El perfilamiento racial, un gran conocido
“Las protestas [en Corvetto] nos hablan de algo que va mucho más allá de no respetar un alto de la policía, empezando por el perfilamiento racial”, prosigue Micciché en lo que respecta a Italia.
De esto se hace eco L’Humanité (antiguo órgano del Partido Comunista francés, hoy independiente pero muy cercano al partido y a la izquierda) que recuerda que “el 30 de junio de 2023, las Naciones Unidas denunciaron el racismo sistémico y las continuas prácticas discriminatorias del Estado. El gobierno francés respondió el 8 de julio de 2023: ‘Toda acusación de racismo o discriminación sistémica por parte de la policía en Francia es infundada’”.

Merzouk vivía en la “cité” Pablo-Picasso, en Nanterre (al oeste de París), en la que (datos de 2019) prácticamente la mitad de los habitantes viven por debajo del umbral de la pobreza.
En Francia, si eres un joven (con aspecto) magrebí, de Oriente Medio o africano corres un riesgo 20 veces mayor de que te pare la policía, (datos de 2017).
El medio independiente Basta! hace un repaso de las muertes en operaciones policiales en Francia desde 1977: “Surge un perfil de la víctima: varón de menos de 27 años, de nombre africano o magrebí, que vive en un barrio obrero de la periferia de una ciudad como París, Lyon o Marsella”.
¿Y en el resto de Europa?
No se pretende aquí hacer una lista, sino más bien aportar una visión general de un problema estructural.
El pasado septiembre, en Grecia, Muhammad Kamran Ashiq, un migrante paquistaní de 37 años falleció bajo custodia policial. Cuando lo encontraron, su cuerpo presentaba signos de violencia.
Solo unos meses antes, en julio, el Comité europeo para la prevención de la tortura, después de una visita a Grecia, escribió, según informa Human Right Watch: “Hemos vuelto a recibir varias denuncias creíbles y coherentes de malos tratos físicos deliberados a ciudadanos extranjeros detenidos por parte de agentes de policía en algunas comisarías [Omonia y Kolonos] de Atenas”.
La asociación británica Inquest ha publicado un informe en el que asegura que un hombre de color tiene siete veces más probabilidades de morir mientras se encuentra bajo custodia policial que el resto de la población en el Reino Unido.
Una investigación de Civio, realizada en el marco de la Red Europea de Periodismo de Datos en la que participó Voxeurop, nos dice, más allá de las cifras totales (entre 2020 y 2022, 488 personas murieron bajo custodia o como resultado de operaciones policiales en 13 países de la UE,) que las víctimas son principalmente migrantes y personas con trastornos mentales.
También en Valigia Blu, Leonardo Bianchi escribe:
“El 27 de septiembre de 2024, el Mecanismo Internacional de expertos independientes para promover la justicia racial y la igualdad en la aplicación de la ley publicó un informe tras una visita a Italia, que tuvo lugar del 2 al 10 de mayo de 2024. En él se afirma que la combinación de las políticas de penalización de las drogas y la elaboración de perfiles raciales suscita “importantes preocupaciones en materia de derechos humanos y afecta de manera desproporcionada a minorías y otros grupos vulnerables”. Akua Kuenyehia, presidente del grupo de expertos, afirmó también que ‘los prejuicios raciales, los estereotipos y la elaboración de perfiles crean asociaciones perjudiciales e infundadas entre ser negro, el crimen y la delincuencia’. A una conclusión similar llegó otro informe, publicado el 22 de octubre de 2024 y elaborado por la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI), creada por el Consejo de Europa, un organismo independiente no perteneciente a la UE que se ocupa de los derechos humanos”.
El pasado 9 de septiembre, Mediendienst Integration, una plataforma alemana dedicada al análisis de la inmigración, publicó el resultado de un estudio realizado al acompañar a la policía de Baja Sajonia en el curso de sus operaciones habituales. A diferencia de los estudios anteriores sobre el racismo policial en Alemania, que se centran en las actitudes o el comportamiento individual de cada agente, el estudio de Mediendienst se centra en las prácticas. No en el individuo, sino en la estructura, por lo tanto. En los hábitos de trabajo cotidianos, en los procedimientos, ¿existen estructuralmente riesgos de mayor discriminación contra determinados grupos de población? Spoiler alert: Sí.
El equipo de investigación observó que los controles de identidad realizados por la policía afectan principalmente a personas que (presumiblemente) son reconocibles como inmigrantes: más concretamente, hombres jóvenes, personas con opiniones políticas de izquierdas y jóvenes percibidos como árabes o turcos. (La investigación completa puede consultarse aquí).
En 2011 se publicó en Francia un libro fundamental para analizar el trabajo de las fuerzas del orden: La Force de l'ordre (“La Fuerza del orden”, Seuil), del antropólogo Didier Fassin, una investigación de campo de casi dos años (2005-2007) en una “Bac” (Brigade anti-criminalité, brigada antidelincuencia) de un suburbio parisino. Fassin explica lo que significa para un joven que le paren y controlen sistemáticamente, varias veces al día, a veces los mismos policías, las detenciones arbitrarias, la desproporcionalidad de las medidas adoptadas.
Pero también el aburrimiento de los agentes, la presión a la que se ve sometida la institución para “cubrir objetivos” (y así, al final del turno, ir literalmente “a la caza de inmigrantes”), la banalidad del racismo, la influencia del contexto político.
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