¿Son perezosos los europeos?

Vacaciones largas, semanas laborales cortas y jubilaciones anticipadas: en Estados Unidos, los europeos tienen fama de ser alérgicos al trabajo. El diario Groene Amsterdammer señala que no hay nada más lejos de la realidad, aunque con la crisis será necesario cambiar de modo de vida.

Publicado en 19 julio 2010 a las 14:42

"¿Los europeos son vagos? ¿O es que los estadounidenses están locos?": éste es el título de un artículo de opinión del Banco Central de Inglaterra de 2006. El documento resumía a la perfección la idea de que los europeos trabajan por lo general menos que los estadounidenses, que se toman más vacaciones, que disfrutan de más bajas por enfermedad y que se jubilan mucho antes.

Para saber quién es realmente el holgazán o el loco, en primer lugar habría que responder a otra pregunta: ¿por qué trabajamos? El economista Thorstein Veblen respondió en 1899 a esta pregunta, en su obra clásica y sarcástica "Teoría de la clase ociosa". Las personas no sólo trabajan para sobrevivir, sino para demostrar su estatus social, entregándose al "consumo de ostentación" [conspicuous consumption] de bienes socialmente perceptibles, como prendas de vestir y viviendas.

La idea que se extiende a ambos lados del océano es que Europa ha renunciado a este irracionalismo: en Europa holgazanean, mientras que en Estados Unidos no paran de correr. Varias estadísticas sostienen esta idea. Según la OCDE, un estadounidense trabaja una media de 25 horas a la semana, en contraposición a las aproximadamente 17 horas de los belgas, los franceses y los italianos. Los neerlandeses, los italianos y los alemanes disfrutan del doble de vacaciones al año que los estadounidenses. El 43% de los estadounidenses de entre 60 y 65 años trabaja, en comparación con el 12% de los belgas, franceses e italianos, y ocurre lo mismo en muchas otras comparaciones. Como es evidente, ésto genera burlas y críticas a ambos lados del Atlántico. Y por supuesto, nadie podría estar en mejor situación para criticar con vehemencia la pereza de los europeos que un británico expatriado en Estados Unidos, como el historiador Niall Ferguson, en su ensayo "La ética atea de la pereza, o por qué los europeos no creen en el trabajo".

Pocos analistas serios utilizan el término "pereza"

Lo que es más sorprendente es que pocos analistas serios utilizan el término "pereza". El motivo es sencillo: la pereza europea parece una explicación atrayente ante las diferencias observadas, pero las estadísticas demuestran algo bien distinto. "El hecho de que los europeos trabajen menos no está relacionado con la pereza, sino con un intercambio voluntario", comenta Andrew Moravcsik, politólogo en Princeton y colaborador de Newsweek. El índice de actividad de Estados Unidos sesga las estadísticas. En Estados Unidos se ha registrado un paro inferior al de Europa en los últimos diez años y menos personas inactivas. Por ello es lógico que el "europeo medio" trabaje menos horas.

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Según Moravcsik, "los europeos son perfectamente capaces de trabajar más, pero eligen disfrutar de más tiempo libre a cambio de dinero. Los economistas afirman que este cambio es más frecuente cuando la persona se enriquece. Los estadounidenses son la excepción a esta regla. Estados Unidos es el único país desarrollado e industrializado donde el tiempo de trabajo ha aumentado en gran medida".

El europeo holgazán, personaje de ficción

Por consiguiente, el europeo holgazán que ha vivido en nuestra imaginación en realidad es un personaje ficticio. Podría decirse lo mismo de la imagen venenosa y demagógica que no paran de reforzar últimamente los medios de comunicación y la clase política de Europa occidental: el europeo del sur perezoso. Lo que los estadounidenses reprochan a los europeos occidentales, es lo mismo que éstos reprochan a los europeos del sur. Pero esta idea no tiene ningún fundamento: los españoles, los italianos y los portugueses activos trabajan más horas que los neerlandeses. El problema en Europa del sur no son las personas activas, sino el elevado número de personas inactivas. "En Europa, muchos hacen que otros asuman el coste de su tiempo libre. Por ejemplo, reclamando, en nombre de la justicia social, jubilaciones anticipadas por las que no han cotizado. Es absurdo", estima Simon Tilford, economista del grupo de expertos Centre for European Reform.

"A largo plazo, corre peligro el modelo europeo, en el que se intercambia dinero por tiempo libre", añade Tilford. "Este intercambio lo tiene que sostener una fuente estable de crecimiento económico, que actualmente no existe. La productividad europea ha aumentado durante mucho tiempo. Cuando, poco a poco, esta situación ha llegado a su fin, algunos países han financiado su crecimiento con préstamos, otros aumentando su exportación. Pero se trata de formas de gestión del crecimiento que van en detrimento de otras personas y no constituyen una verdadera solución para Europa. Los gobiernos ya no estimulan el crecimiento: todos están ahorrando. Por lo tanto, la solución debe proceder de la productividad. Si los europeos logran aumentar su productividad, podrán seguir cultivando su amor al tiempo libre".

Alemania

El discreto encanto del desempleo

Según informa Gazeta Wyborcza, desde hace un tiempo los alemanes se están fijando en un grupo de "eternos desempleados" que han estado viviendo durante décadas a costa del Estado. Tal y como señala el diario de Varsovia, algunos reciben hasta 1.085 euros al mes, una cantidad suficiente para costearse los alimentos y la vivienda, además de poder destinar algo a ocio y entretenimiento e incluso unas breves vacaciones en la costa báltica.

La última que vez que Arno Dübel, de 54 años, tuvo un trabajo, fue hace veintisiete años. Al mes recibe un cheque de 359 euros y además el Estado paga el alquiler de su piso de dos habitaciones en Hamburgo. En su opinión, estar desempleado sólo tiene ventajas: no tiene que obedecer las órdenes de nadie, no se estresa y no tiene que levantarse temprano. ¿Qué hace entonces durante el día? Se va a comprar a Lidl, saca al perro a pasear, ve un rato la televisión. "Trabajar es estupendo cuando lo hacen otros. Es algo que no está hecho para mí", afirma el señor Dübel con una sinceridad abrumadora. No es de extrañar que el tabloide Bild le haya nombrado el desempleado "más descarado" de Alemania. Y como él, hay muchos más en Alemania, como señala el diario de Varsovia.

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