“El nuevo enfermo de Europa: la Unión Europea”. Así titula el Pew Research Center, un instituto estadounidense de sondeos de opinión, los resultados extraídos de comparar anualmente los puntos de vista de la población de alrededor de cuarenta países. El estudio, efectuado en marzo del año pasado, se realizó sobre una muestra de 7.600 personas en ocho Estados de la UE (Francia, Alemania, Gran Bretaña, Polonia, República Checa, España, Italia, Grecia).
Los resultados, según recoge Libération, retratan “una historia de amor desencontrado” entre Europa y sus ciudadanos: “De 2012 a 2013, el apoyo a la UE ha pasado de una media de 60% al 45%”, un vuelco que lleva a la conclusión de que “la popularidad de la Unión Europea se encuentra en el nivel más bajo [...] en la mayoría de los países europeos”.
“Sin embargo”, matiza el editorialista del diario, “tras estos sombríos resultados […], quedan muchos motivos para confiar en la solidez del edificio”:
los europeos se muestran paradójicamente vinculados al euro. [...] El 63% de los franceses encuestados quiere conservar la divisa europea, que también apoya el 69% de los griegos, el 67% de los españoles, el 64% de los italianos o incluso el 66% de los alemanes.
“Los alemanes se distinguen por la solidez de su fe europea”, explica Libération, pues el 60% de la población germana se muestra a favor de la UE.
Lejos de la tradicional amargura de los franceses, en esta ocasión el 41% de los habitantes galos son favorables a la UE y es “la primera vez [que] las actitudes de los franceses se parecen a las de los griegos”, comenta Bruce Stokes, uno de los autores del estudio.
En Alemania, Die Welt asegura que precisamente entre Francia y Alemania se aprecia
“que la diferencia aumenta en relación a la opinión sobre la UE”. Además, continúa el diario:
los franceses tienen menos confianza en las instituciones de la Unión Europea que los italianos y los españoles. [...] La confianza que ellos mismos depositan en el propio Gobierno de Francia baja y al igual que en el resto de los países del sur de Europa que están en crisis. La canciller Angela Merkel, por el contrario, se beneficia de una imagen positiva. En contraposición a la virulenta crítica que realizan numerosos Estados de la UE de su plan de austeridad, el 74% de los alemanes encuestados opina que ella ha hecho un buen trabajo en la gestión de la crisis.