El 4 de abril, Finlandia entró oficialmente en la OTAN después de que Turquía ratificara su adhesión. Esta decisión pone fin a un bloqueo de varios meses que, según Ankara, estaba justificado, entre otras razones, por el apoyo del país nórdico a varios grupos prokurdos.
Esta no era una conclusión evidente: a inicios de 2022, los finlandeses estaban en contra de la idea de integrarse a la Alianza Atlántica, ni siquiera la primera ministra Sanna Marin (Partido Socialdemócrata de Finlandia, centroizquierda) creía en esto en ese entonces. No obstante, la reciente invasión de Ucrania por parte de Rusia convenció al país de que abandonar su larga tradición de neutralidad se había convertido en una necesidad.
Sin embargo, no sucedió necesariamente en el mejor momento: Marin, que había brindado un gran apoyo a Ucrania y que respaldó la adhesión de su país a la OTAN, perdió las elecciones legislativas del 2 de abril. Su partido quedó en tercer lugar (con el 19,9 % de los votos), después del Partido de los Finlandeses (nacionalista, con un 20,1 %) y el Partido Coalición Nacional de Petteri Orpo (conservador, con un 20,8 %), que sería su sucesor.
Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
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