Fue un lindo encuentro entre déspotas. El 13 de septiembre, el líder supremo de Corea del Norte Kim Jong-un se reunió con su homólogo ruso Vladímir Putin en el centro espacial de Vostochny, en el óblast de Amur (extremo este de Rusia). Esta visita, sumamente simbólica, permitió a los dos dirigentes dialogar sobre un posible intercambio de buenas prácticas: Corea del Norte ambiciona tanto la tecnología militar rusa como la ayuda humanitaria y Rusia necesita con desesperación municiones para llevar a cabo su guerra contra Ucrania.
El dirigente norcoreano, que salió de sus fronteras por primera vez después de más de cuatro años, mantiene buenas relaciones con el hombre fuerte del Kremlin. Ya le ha mostrado su apoyo numerosas veces en el pasado, ya sea proponiéndole tropas o abriéndole las puertas de su arsenal.