La visita imperial ha terminado. El 10 de mayo, el presidente de la República Popular China Xi Jinping finalizó su gira europea, después de visitar Francia, Serbia y Hungría. Esto le permitió al dirigente chino —que no había viajado al Viejo Continente desde hacía cinco años— sentar los cimientos para la cooperación económica con sus aliados e intentar restaurar la imagen de su país, manchada por una creciente desconfianza de los europeos hacia China.
En sus cinco días de visita, Xi se reunió primeramente con Emmanuel Macron (Francia) y con Ursula von der Leyen (UE) para dialogar sobre temas tensos —como el derecho a la competencia o la guerra en Ucrania— sin hacer verdaderas concesiones. Después realizó dos visitas más relajadas a Viktor Orbán (Hungría) y a Aleksandar Vučić (Serbia), dos dirigentes cuyos países sostienen vínculos económicos –y geopolíticos– estrechos con China.
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