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Fernando Rosas: “La extrema derecha de hoy en día es fruto de la crisis del capitalismo liberal”

¿Cómo reaccionar ante el aparentemente ineluctable ascenso de la extrema derecha en Europa? ¿Es demasiado tarde para adaptar nuestra respuesta al avance del fascismo en el mundo y, más allá de eso, de repensar el sistema neoliberal del que proviene? Entrevista a Fernando Rosas, pensador e izquierdista portugués.

Publicado en 3 septiembre 2024
Fernando Rosas

Fernando Rosas (1946) ha consagrado una parte de su vida a luchar contra la dictadura en Portugal y otra parte a estudiarla. Estuvo comprometido desde su más temprana juventud contra el régimen de Salazar (por lo que acabó encarcelado), antes de consagrarse como uno de los principales historiadores portugueses en abordar ese tema. Hombre de izquierdas sobradamente convencido, ha sido miembro del partido comunista portugués (PCP) y ha participado en la creación de otros dos partidos: el Partido Comunista de los Trabajadores Portugueses – Movimiento Reorganizador del Partido del Proletariado (PCTP-MRPP) en la década de 1970 y el Bloque de Izquierdas (BE) en 1999, del que todavía es miembro. Ha sido elegido muchas veces como diputado por el BE e incluso fue candidato a la presidencia de la República en 2001.

Hoy en día es profesor emérito en la Universidade Nova de Lisboa, donde fundó y preside el Instituto de Historia Contemporánea (IHC). En su condición de historiador, ha escrito muchas obras sobre la primera república portuguesa, la dictadura y la Revolución de los Claveles. Muchas de ellas se han publicado igualmente en España, Francia, Italia, Alemania y Brasil. Su libro más reciente, publicado con motivo del quincuagésimo aniversario de la revolución, Ensaios de Abril (“Ensayos de abril”, Tinta da China, 2023) es un testimonio autobiográfico compuesto por textos anteriores consagrados a este periodo de la historia portuguesa.

Por más que Portugal festeje este año medio siglo de democracia, asistimos a un crecimiento, casi exponencial, de la extrema derecha. En su opinión, ¿cuáles son los factores que pueden explicar esta situación?

A mi entender, es necesario desbancar la idea de los que desearían que el fascismo fuera una especie de enfermedad extraña, una maldición inevitable caída del cielo, cosa que era una parte del discurso en los años 30. Se presentaba como una especie de maldición, cuyo origen se situaba en la demencia del pueblo o de determinados dirigentes. Lo que no es, ni mucho menos, el caso. Al igual que el fascismo de la época, la extrema derecha de estos días es fruto de la crisis de los sistemas liberales occidentales. En otras palabras, de la crisis del capitalismo liberal.


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Actualmente vivimos la segunda crisis histórica de los sistemas liberales occidentales. El giro neoliberal del capitalismo que se ha implantado desde la década de 1980 no ha permitido superar los problemas que afrontan las poblaciones. Ha creado desempleo, precariedad, concentración de capital y quiebras. Ha provocado una ola de destrucción económica y social, que ha dado lugar a la desesperación, la ira y el miedo. Históricamente, aquí es donde el fascismo de tiempos pasados y la extrema derecha de hoy en día obtienen su base y apoyo social.

Esta base social está anclada en la explotación y manipulación de estos sentimientos primarios –pero comprensibles– que son el miedo a perder el propio estatus social, el miedo a perder el trabajo y la angustia ante la incertidumbre del futuro. Esta situación también brinda la oportunidad para que los sectores más agresivos del capitalismo financiero impongan una verdadera dictadura neoliberal, barriendo toda resistencia. Es una oportunidad que surge de la crisis del marxismo desde los años 1980, la implosión de la Unión Soviética y el desequilibrio en la relación de fuerza política en desventaja para la izquierda tradicional.

De estos diferentes factores nace esta ofensiva que reúne a una parte de la derecha tradicional aliada con una nueva derecha radicalizada.

Su base social son, ante todo, los más ricos. En Portugal, son ellos quienes financian al partido Chega (CH, de extrema derecha): los grandes banqueros, los promotores inmobiliarios, los que prosperan con la especulación y el turismo. Estos sectores se benefician exponencialmente de la lógica especulativa del capital, que es el sustrato del propio capitalismo neoliberal. Luego vienen ciertos sectores de la clase media: pequeños y medianos terratenientes, funcionarios, enfermeras, policías. En definitiva, ciertos sectores de la clase trabajadora y de la clase media que se ven muy afectados por la situación social y son fácilmente manipulables.


Esta situación es una oportunidad que surge de la crisis del marxismo desde los años 1980, la implosión de la Unión Soviética y el desequilibrio en la relación de fuerza política en desventaja para la izquierda tradicional


Téngase en cuenta que no hay una, sino tres fuentes de votos para la extrema derecha. En primer lugar está la de los oligarcas que financian el partido Chega. Están muy bien identificados, porque son ellos los que pagan las cuentas: son las grandes familias, los grandes banqueros, los fondos de inversión inmobiliaria, a menudo vinculados al sector turístico. Cenan juntos, almuerzan juntos... Es casi público. Es, por tanto, la alianza de los votos de estos oligarcas y ciertos sectores de la clase media que se han radicalizado hacia la derecha.

Y luego están los votos de nostálgicos del Antiguo Régimen, del salazarismo. Constituyen otro componente de esta base social. Están presentes en la dirección del partido Chega. Están abiertamente contra la revolución del 25 de abril de 1974. En su discurso dicen siempre que el país va mal desde hace 50 años. En líneas generales, es la democracia lo que no les conviene y por eso el país va mal. Estos son los nostálgicos de la dictadura de Salazar, del fascismo, del colonialismo y de la guerra colonial.

Y después está lo que denomino el voto ciego de la protesta no informada, que es un voto esencialmente emocional e irracional.

¿Pero no es así como se encuentra la mayoría de las personas que votan por la extrema derecha? ¿Y puede ser que eso explique también el perfil de ese electorado?

Por supuesto, constituye su base social. Las dos primeras tipologías de voto son las que lo orientan ideológicamente. Es un voto de protesta vacío e irracional, que no tiene capacidad crítica para analizar las contradicciones y mentiras del discurso populista de Chega y su líder, que cambia de opinión tres veces en un mismo día. Este no es sólo un voto irracional, sino también mal informado. Es un voto de ira, un voto de miedo.

Parece que ese partido ha captado a los jóvenes, especialmente por el sesgo de las redes sociales. ¿Incluye usted en esta categoría el voto de los jóvenes?

Sí, sobre todo a los de 18 años o menos, porque la principal masa de jóvenes a la que el partido Chega logró llegar todavía está en la educación secundaria. Aquí es donde está más presente. Si pasamos a la educación superior, la cosa se complica: la derecha ya no está representada por Chega, sino por el partido Iniciativa Liberal (IL, de derechas) y por partidos de izquierdas, como el BE. Más del 30 % de los votantes del BE son jóvenes. He ido a muchos institutos para hablar sobre la Revolución de los Claveles y me doy cuenta. Este voto no es un voto. Me cuesta mucho llamarlo un voto de extrema derecha.

¿Pero es un voto contestatario?

Es un voto contestatario, es el voto de los que dicen que André Ventura [el presidente de Chega] “tiene cojones”, “Este tipo es el que nos hace falta”, “Dice bien alto todo lo que la gente piensa por lo bajini”, o cosas por el estilo. Dicho de otra forma, es un voto totalmente desprovisto de análisis racional. Es casi imposible mantener un debate con un buen número de alumnos de secundaria en ese momento –sobre todo durante una campaña electoral– porque no hay racionalidad alguna. Es una explosión. Esto no quiere decir que debamos abandonar ese trabajo. He recorrido las escuelas del país para hablar de la Revolución de los Claveles y todo ha salido muy bien, siempre. Porque cuando se organiza una discusión cara a cara, incluso aunque haya posiciones contrapuestas, siempre es enriquecedor.

Este año también ha sido el de las elecciones europeas. ¿Está, en cierta manera, el proyecto europeo a punto de encallar?

Si el proyecto europeo ha de sobrevivir, se deberá reformar en profundidad. ¿Qué es el proyecto europeo? Impide que las economías nacionales tengan sus propias políticas monetarias y de tipos de cambio. El euro es un sistema que esencialmente beneficia a las economías más fuertes, en particular a las economías alemana y francesa. Pone en desventaja a las economías más marginadas. La Unión Europea de Pagos avanza en la misma dirección. No hay soberanía en términos de políticas económicas específicas, especialmente en el ámbito del intercambio monetario. Todo está subordinado a un Banco Central Europeo que nadie eligió y que nadie controla realmente. Son los banqueros quienes gestionan este ámbito.

La política de inmigración también es desastrosa, porque se reduce a construir un gran bastión defensivo. Los países europeos pagaron a Marruecos y Turquía para que retuvieran a los refugiados en campos y les impidieran salir. Por eso semejante política es completamente absurda.

Pero Europa cada vez le da más importancia a la seguridad, se acaba de ver ahora en Francia…

[La ley de inmigración en Francia] es a todas luces vergonzosa porque es una ley discriminatoria hacia los ciudadanos franceses que no son de origen francés de cuna o europeo. En concreto, Emmanuel Macron ha adoptado un texto que conviene perfectamente a Marine Le Pen. En Países Bajos, la extrema derecha ha ganado las elecciones haciendo apología de ese tipo de legislación. Pero se trata de una ley de guerra civil. ¿Qué puede aportar? ¿Qué va a engendrar mientras que millones de personas huyan de las sequías, de la falta de agua, el subdesarrollo y las hambrunas? ¿Es que esas leyes les van a impedir la huida en busca de su supervivencia? No. Solamente el progreso, el desarrollo económico y un compromiso de cooperación, a medio y largo plazo, para el desarrollo de esos países pueden constituir una solución viable. No hay otras.

Ahora que Europa está disminuyendo demográficamente y necesita inmigrantes, es hora de construir auténticas políticas de integración que sean útiles en todos los aspectos, incluso para la economía europea.

Desde un punto de vista económico y financiero, es absolutamente necesario que la Unión Europea adopte medidas para regular los movimientos de capital. Puesto que, de otro modo, los capitales romperán toda clase de cadenas y procurarán especular con las mejores inversiones sin ninguna regulación…

La libre circulación de capitales es el sello distintivo del capitalismo neoliberal que se ha desarrollado desde la década de 1980. Sin embargo, el capitalismo neokeynesiano de posguerra había regulado el capital, con gran éxito en términos de modelo económico. Por lo tanto, mientras no se reviertan algunas de las políticas neoliberales más agresivas en el ámbito económico y financiero, en el ámbito de la inmigración e incluso en el ámbito de la política exterior, la tendencia de la Unión Europea será hacia la fragmentación, como lo estamos viendo actualmente con la guerra en Ucrania. En esta guerra, la Unión Europea ha sido incapaz de mantener una línea política propia.

👉 Artículo original y completo en Gerador
🤝 Este artículo se ha publicado en el marco del proyecto colaborativo Come Together

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