Los partidarios de las aspiraciones europeas de Moldavia se han llevado un pequeño susto. El 20 de octubre se celebraron dos elecciones cruciales para el futuro del país: las elecciones presidenciales y el referéndum sobre la integración del país a la Unión Europea.
La presidenta saliente Maia Sandu (Partido de Acción y Solidaridad, centroderecha) encabezó la primera vuelta de las elecciones presidenciales, con el 42,31 % de los votos. El 3 de noviembre, la candidata proeuropea, que se enfrentó a otros once candidatos, deberá competir contra Alexandr Stoianoglo (oposición prorrusa, con el 26,7 % de los votos) en una difícil segunda vuelta.
En el referéndum sobre la integración europea, el “sí” ganó por poco, con un 50,41 % de los votos, principalmente debido a la participación del gran número de emigrantes moldavos, en su mayoría proeuropeos.
Esta indecisión —que las últimas encuestas no habían previsto, ya que le daban una ligera ventaja al bando europeo— fue explicada en parte por las autoridades moldavas, que acusan a Rusia de haber intentado frustrar las elecciones a favor de la oposición pro-Kremlin. Si bien dichas acusaciones todavía no han sido respaldadas con pruebas, estas evocan las múltiples investigaciones que en los últimos meses revelaron una amplia red de injerencia prorrusa en el país.
Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
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