En contraste con las protestas proeuropeas en Georgia y la reñida victoria de Maia Sandu en Moldavia, Rumanía dio la espalda a los políticos proeuropeos en el poder. Lo ha hecho votando con cifras asombrosamente altas (22,94 %) a favor del candidato ultranacionalista Călin Georgescu en la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el 24 de noviembre. Por desgracia para el caballo negro que partía como favorito para ganar la segunda vuelta, el Tribunal Constitucional rumano anuló las elecciones pocos días antes del 8 de diciembre, fecha en la que los rumanos debían elegir a su nuevo presidente.
Tal y como explicaba Cristina Stoian en la plataforma de noticias rumanas HotNews, el voto fue resultado de la desinformación de los votantes, la desigualdad de oportunidades debida a la manipulación digital y la falta de transparencia en la financiación de las campañas. En su defensa, Georgescu tachó la sentencia del Tribunal de “golpe de Estado” en el canal de televisión rumano Realitatea TV. La decisión del más alto tribunal rumano ha acaparado los titulares de publicaciones de todo el mundo, desde The New York Times y The Guardian hasta Al Jazeera y Politico, que se preguntaban “¿se puede saber qué está pasando aquí?”.
Por qué han votado los rumanos a un extremista
Hartos de la clase política actual, muchos rumanos prefirieron el discurso de extrema derecha y basado en TikTok de Călin Georgescu, admirador de Donald Trump y de Vladímir Putin, que promete “todo lo que los rumanos verdes quieren escuchar: que somos una colonia occidental, que las multinacionales se ceban con nosotros, que no tenemos nada que ver con la guerra en Ucrania, que el pueblo rumano quiere paz y la conseguirá bajo su liderazgo, pero también que los baños fríos curan el alma y el corazón, y que Rumanía debe volver a la artesanía y las tradiciones en el año 2024, mientras el resto del mundo se robotiza y entra en la era de la IA”, como observó Adrian Mihălțianu, director editorial de PressOne.
Esta actitud tradicionalista, junto con una aversión general hacia los políticos de la corriente dominante, parece haber encontrado un público. Como comentaba una madre de 27 años citada por Andra Mureșan en Scena9: “Es la segunda vez que voto. He votado independientemente, he votado a Călin, aunque en realidad no sabía nada de él. Solo he visto algunas entrevistas, solo he votado para no volver a votar a los mismos ladrones”.
El ladrido de los perros guardianes
Si bien los rumanos no sabían mucho de Georgescu antes de que ganara la primera vuelta de las elecciones, en muy poco tiempo descubrieron mucho más sobre él, gracias a la prensa rumana. Tras una lectura maratoniana de los dos libros publicados por Georgescu, el investigador Iulian Bocai describió el mundo del candidato. “Una extraña combinación de misticismo, antineoliberalismo, ecologismo cristiano, nacionalismo legionario y teoría de la conspiración anticientífica”, resumía Bocai en Scena9. “La mente de Călin Georgescu es una suma de creencias demasiado caótica para encontrar en ellas un denominador común, aunque quizá su centro siga siendo el nacionalismo cristiano de origen fascista, que es su cantinela”.
Para comprobarlo, basta con echar un vistazo a las anteriores entrevistas de Georgescu en los medios de comunicación. Sus creencias anticientíficas las señaló el popular actor Adrian Văncică, citado por Luiza Dobrescu en el periódico rumano Gândul. Entre otras muchas peculiaridades, Georgescu afirmó que “el hombre nunca llegó a la luna”, que los refrescos como Pepsi contienen nanochips que se introducen en el cuerpo y que dar a luz por cesárea es una tragedia porque se rompe el “hilo divino”.
Haciendo referencia al movimiento legionario, Georgescu afirmó que es “la esencia de salud más fuerte que proviene del pueblo rumano”, tal y como citó Cornelia Mazilu en el diario rumano Adevărul. “El movimiento legionario es una plaga en la historia de Rumanía. Asesinatos, homicidios, [justicia armada] y la suavización del Holocausto”, comentaba el sociólogo Gelu Duminică en el mismo artículo de Mazilu. La actitud fascista de Georgescu se confirma también por su reticencia hacia la prensa.
“He visto en el grupo de prensa (WhatsApp) que están muy molestos conmigo por no responder a las preguntas. Sí, no respondo a preguntas y no lo haré esta noche porque ustedes, la prensa, tienen todas las respuestas”, declaró Georgescu tras ganar la primera vuelta de las elecciones, tal y como señaló Maria Dinu en Adevărul. Georgescu, acusado de ser contrario a la OTAN y a la UE y simpatizante de Putin, se defendió diciendo que “no hay Oriente ni Occidente, solo existe Rumanía” tal y como citó la agencia rumana de prensa Agerpres. Por otro lado, Georgescu también calificó a la OTAN como la alianza “más débil” y declaró su deseo de abandonarla si las cosas siguen como hasta ahora, como destacó Răzvan Filip, reportero de PressOne.
Los rumanos siguen estando mayoritariamente a favor de la UE
Después de que Georgescu ganara la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el ideólogo ultranacionalista ruso Alexander Dugin escribió en X que “Rumanía pronto formará parte de Rusia”, según la plataforma de noticias búlgara Mediapool. Sin embargo, la voluntad de los rumanos contradice a Dugin. Entre las dos vueltas de las elecciones presidenciales, los rumanos también votaron en las elecciones parlamentarias, aún más importantes, y que no fueron anuladas. Aunque los extremistas avanzaron, los partidos a favor de la UE lograron más del 50 % de los votos totales y están trabajando para formar Gobierno. También propondrán a un candidato conjunto para las próximas elecciones presidenciales, aún por anunciar.
La conclusión es que los políticos rumanos favorables a la UE deben aprender rápidamente que las estrategias egoístas son un callejón sin salida. Y si quieren mantenerse en el poder y no poner en peligro la propia democracia, deberían plantearse anteponer las necesidades de su pueblo a las suyas. El bando a favor de la UE debe hacerlo mejor.
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