“Rumanía nos roba un pedazo de mar”, titula el diario búlgaro popular Standart, con referencia a los “17 kilómetros cuadrados” de la frontera marítima entre Bulgaria y Rumanía que Bucarest reivindica como parte de sus aguas territoriales. Precisamente en esa zona, el grupo americano ExxonMobil y el austriaco OMV Petrom anunciaron a finales de febrero el descubrimiento un importante yacimiento de gas.
El ministro de Asuntos Exteriores búlgaro, Nikolaï Mladenov, subraya que los dos países discuten la delimitación de los territorios del mar Negro desde hace 20 años. “El asunto no constituye un problema en las relaciones bilaterales de ambos países”, aseguró, tal y como recoge una prensa búlgara que se confiesa, sin embargo, “sorprendida” ante la aparición de esta discrepancia.
Desde la otra orilla del Danubio, este “timing” no sorprende al diario Adevărul:
“La porción de plataforma continental objeto de litigio es justo por la que está previsto que pase el gasoducto South Stream [proyecto instigado por Rusia]. En caso de una solución favorable a Bucarest, Rumanía ganaría metros comunes con la plataforma continental turca, una ventaja en caso de que se termine Nabucco [el gasoducto que compite con South Stream y que cuenta con el apoyo de la UE]”.
El jefe de la diplomacia rumana, Cristian Diaconescu, ha querido no obstante apaciguar los ánimos:
“Nadie debe enfadarse ni ponerse nervioso, puesto que son cuestiones de interés nacional para los dos Estados, y estas preguntas deben resolverse porque los problemas de explotación y de concesión pueden aparecer de repente”.