Alegato por un referéndum europeo

La unión política mencionada por los dirigentes europeos, complemento indispensable de la unión monetaria y fiscal, así como la Constitución que conlleva, únicamente serían legítimas con el beneplácito democrático. Para ello, es necesario convocar un referéndum en toda Europa.

Publicado en 23 agosto 2012 a las 11:17

Europa se enfrenta a tres problemas enormes: la liquidez, la solvencia y la legitimidad. El problema de liquidez se explica con la creciente deuda de Grecia, España, Italia, Portugal e Irlanda. Tenemos que evitar que estos Estados en breve ya no puedan hacer frente a sus obligaciones financieras.

Es el mensaje que se esforzó en transmitir Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), durante su conferencia de prensa a principios de agosto. Explicó claramente que el BCE dispone de la capacidad necesaria y que la utilizará. Además, reunir cientos de miles de millones de euros complementarios para evitar temporalmente que unos países quiebren nunca ha sido el problema fundamental.

Sin embargo, los países con problemas han llegado a tal nivel de endeudamiento, que nadie está dispuesto a prestarles fondos con unas condiciones sostenibles. Esta pérdida de solvencia es el segundo problema. El Eurosistema debe cubrir alrededor de 2,5 billones de euros de deudas complementarias. Mientras no encontremos una solución a este problema, nuestro sector financiero estará prácticamente en quiebra. Los bancos alemanes tienen alrededor de 500.000 millones de euros de créditos por cobrar en Europa meridional. La posición de los franceses es aún peor. Y los créditos de estos bancos son en parte los créditos de los ahorradores de estos bancos.

Devolver la confianza

En cualquier caso, la crisis de la deuda seguirá ejerciendo una gran presión sobre las poblaciones europeas. A corto plazo, para lograr equilibrar los presupuestos, ya que no tiene sentido intentar reducir una deuda cuando continúa todo aquello que contribuye a que aumente. Sin contar que, de todos modos, es necesario eliminar progresivamente toda la deuda existente.

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Es evidente que el crecimiento económico podría contribuir a mejorar la situación, incluso un poco de inflación ayudaría, pero el crecimiento exige una cierta confianza. La confianza en el futuro, esa que sentíamos en todo el continente desde la Segunda Guerra Mundial. Para restablecer esa confianza y hacer que las poblaciones deseen trabajar para ganar menos, nuestros políticos necesitan legitimidad. Deben disponer de un mandato democrático, que podríamos renovar cada cinco años.

Y deben recibir este mandato del conjunto de la eurozona. Por lo tanto, la Unión Europea o la eurozona tiene que convertirse en una unión política. Esta unión tendría la última palabra en los presupuestos de todas las administraciones públicas subyacentes. En este marco estricto, los países y las regiones tendrían aún la libertad de recaudar impuestos o de aumentar las prestaciones sociales. ¡Supondría una auténtica reforma de los poderes públicos!

Evitar una "burocracia post-democrática"

En Alemania, la Constitución prohíbe expresamente la transferencia de estas competencias. Varias personalidades políticas han abogado por un referéndum en este sentido, aunque sin gran entusiasmo. Siguen así el ejemplo del filósofo octogenario Jürgen Habermas, cuya obra La constitución de Europa (Ed. Trotta) ahora se puede encontrar en las librerías españolas.

Por constitución, hay que entender tanto la construcción o proceso como el texto fundamental. Debemos evitar, afirma Jürgen Habermas, que este proyecto europeo repleto de esperanza, se convierta en lo contrario, es decir, en una “burocracia post-democrática” que los pueblos de Europa perciban como opresora y hostil.

Debemos volver a hacer de Europa un proyecto positivo. Europa es, según Jürgen Habermas, el componente indispensable de un mundo que debemos mejorar, como ciudadanos que velamos por la ética. Si no salvamos a Europa, ¿qué será de los demás sueños cosmopolitas como la universalidad de los derechos humanos?

Parece bastante probable que en Alemania se celebre un referéndum. Según Der Spiegel, podría adoptar tres formas: una votación sobre la modificación de la constitución alemana, una votación sobre las últimas decisiones europeas (el pacto presupuestario y el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera) o un referéndum en toda Europa sobre la posibilidad de realizar modificaciones profundas en el tratado.

En otras palabras, un referéndum a propósito de una nueva construcción democrática de nuestro continente. ¿Quién está dispuesto a apoyarnos en esta iniciativa? ¿Y si empezáramos por una petición?

Alemania

Manifiesto por una Unión más democrática

A un año de las elecciones generales en Alemania, a instancias del líder del Partido Social Demócrata, Sigmar Gabriel, tres destacados intelectuales del país han unido sus fuerzas para promover el debate sobre el futuro de Europa. En un artículo conjunto titulado "Oponerse a la democracia de fachada", publicado por el Frankfurter Allgemeine Zeitung, los filósofos Jürgen Habermas y Julian Nida-Rümelin, junto con el economista Peter Bofinger, argumentan que Alemania debería convocar una convención constitucional, mientras que el futuro de Europa debería someterse a referéndum en la eurozona. El trío, cuyo texto ha suscitado un vivo debate en Alemania, también quiere que los gobiernos nacionales otorguen más soberanía a las instituciones comunitarias para que ellas puedan tener la legitimidad necesaria para imponer la disciplina presupuestaria requerida para mantener la estabilidad del sistema financiero.

La necesidad de dar un paso importante hacia la integración no sólo se justifica por la actual crisis de la zona euro, sino también por la necesidad de la política de recuperar el control del universo fantasma paralelo que los bancos de inversión y fondos de cobertura han creado al margen de la economía real que produce bienes reales y servicios.

En pocas palabras, el objetivo es reforzar la "democracia del estado de bienestar civil" y contrarrestar una tendencia hacia una "democracia de fachada a entera disposición de los mercados". Ellos siguen afirmando que -

A ojos de los ciudadanos, que las fuerzas anónimas de los mercados ejercen ahora una influencia política directa ha generado una sensación muy extendida de injusticia. Sumado a esto, hay sentimientos de ira, contenida e incontenida, que surgen de la percepción que tienen los ciudadanos de su propia impotencia. Dentro de este contexto, debe reafirmarse el papel de la política.

En conclusión, el trío puntualiza que un retorno al estado-nación ya no es posible en el mundo globalizado de hoy -

Renunciar a una Europa unida equivaldría a auto-excluirnos de la historia del mundo.

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