Reportaje Migración económica en Italia
Mioara (izquierda) y Neta (derecha), ambas de Craiova, trabajan como empleadas domésticas en la ciudad de Cursi, provincia de Lecce, Italia. Mayo de 2022. ©Cosmin Bumbut Mioara (left) and Neta (right), both from Craiova, work as maids in the town of Cursi, province of Lecce. Italy, May 2022. ©Cosmin Bumbuț

“Badanti”, las mujeres rumanas que cuidan de personas mayores en Italia

En Italia, se conoce como badanti a las personas que trabajan como cuidadoras de día para personas ancianas. Su historia denota sacrificio: dejar atrás su país y su familia para perder años de vida en el trabajo. Pagan por ello con años de sus vidas y, a veces, con su salud. Italia y Rumanía son las únicas ganadoras.

Publicado en 11 mayo 2023 a las 15:11
Mioara (left) and Neta (right), both from Craiova, work as maids in the town of Cursi, province of Lecce. Italy, May 2022. ©Cosmin Bumbuț Mioara (izquierda) y Neta (derecha), ambas de Craiova, trabajan como empleadas domésticas en la ciudad de Cursi, provincia de Lecce, Italia. Mayo de 2022. ©Cosmin Bumbut

Imagine lo que es vivir como alguien anciano y enfermo antes de ser una persona anciana y enferma. Cancelar su propia identidad y acomodarse a los ritmos de esas otras vidas. Despertarse por la mañana cuando ellas se despiertan, asearlas, prepararles el desayuno y hacerles compañía 24 horas al día.

Cocinar, jugar a las cartas si se lo piden, limpiar la casa, a veces recibir críticas por las personas ancianas y sus familias, ver los programas de TV que ellas quieren ver, prepararlas para que se acuesten e ir a la cama a la misma hora que ellas, despertarse por la noche si la necesitan o si se ponen a gritar por sufrir alucinaciones – algunos pacientes sufren demencia o Alzheimer –[…]. Solo tiene dos horas libres, y eso no todos los días, y solo si tiene la buena suerte de que la familia italiana que la emplea respeta al menos el único derecho que tiene.

Usted podría estar haciendo un trabajo no declarado o parcialmente declarado en Italia, en otras palabras: sin un contrato o con uno que solo declara cinco o seis horas al día, aunque usted trabaje 24 horas. Naturalmente, el trabajo 24/7 es ilegal en Italia, pero las familias son renuentes a pagar más impuestos o no se lo pueden permitir y tampoco pueden contratar dos badanti* como sería necesario.

Y usted acepta todo esto porque se ve obligada por las deudas y la pobreza que dejó en Rumanía. Usted necesita este trabajo y la familia que dejó en su casa necesita el dinero que gana.

Su pensión será pequeña, de manera que solo puede esperar una vejez sin red de seguridad. Solamente puede esperar que su sacrificio no sea olvidado por esos hijos a los que ayudó. […]

Esta primavera [en 2022, N. del E.] pasé unas cuantas semanas en Puglia, región meridional de Italia, donde conocí a varias mujeres rumanas que trabajaban como badanti. Hablé con ellas en los parques de las pequeñas ciudades de la provincia de Lecce a los que van durante las dos horas libres que deben tener cada día, pero de las que no siempre disfrutan.

Cursi, provincia de Lecce, mayo de 2022. | Foto: ©Cosmin Bumbut
Cursi, provincia de Lecce, mayo de 2022. | Foto: ©Cosmin Bumbut

Las razones por las que abandonaron su país son conocidas desde hace años y tienen que ver con la vida cotidiana en Rumanía: desempleo, pobreza, marginación de los vulnerables. Muchas mujeres rumanas se sacrifican por sus familias cuando sus maridos pierden el trabajo tras el cierre de factorías o minas. Algunas son madres solteras que han tenido que dejar a sus hijos para poder permitirse su crianza. Otras se quedaron sin puesto de trabajo cuando se produjo en Rumanía el cierre de muchos talleres textiles o factorías de diversos tipos. 

Durante las semanas que pasé en Puglia descubrí un fenómeno que debía haber empezado a preocuparnos años atrás, cuando toda una primera oleada de mujeres rumanas se marcharon para cuidar de personas ancianas en Italia: muchas de ellas escapaban de la violencia de sus maridos. En ausencia de programas para las supervivientes de violencia doméstica y de refugios para mujeres, la migración era su solución para salvar sus vidas.

Puglia

Después de publicar uno de mis artículos sobre las badanti en nuestra página de Facebook Teleleu, recibió centenares de comentarios, la mayoría de ellos de mujeres rumanas que cuidaban a personas mayores en Italia. Muchas de ellas dijeron que huyeron del país debido a la violencia doméstica, pero me quedé particularmente impresionada por este comentario:

“Si no fuera Italia, algún otro lugar habría en el mundo donde esconderme de un abusador que, en vez de rehacer su vida, todavía me está buscando para matarme por no tolerar su maltrato. He decidido vivir por mis cuatro hijos, incluso escapando para hacer un trabajo decente en este mundo ingrato y rehacer mi vida con alguna otra persona porque quiero que mis hijos se sientan orgullosos y felices. Y hoy en día estoy contenta de haberme decidido. Si me hubiera quedado en mi país, hace mucho que estaría muerta. De esta manera disfruto y estoy orgullosa de mis hijos, porque ellos todavía me tienen y siempre me tendrán para apoyarlos cuando me necesiten.” […]

El Estado rumano no ha construido refugios, no ha mejorado la legislación ni ha puesto en marcha programas en apoyo de las supervivientes de la violencia doméstica, lo que ha dado lugar a una gran migración durante estas últimas décadas. 


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La migración es una consecuencia de los problemas sociales a los que se enfrenta Rumanía. Cuando los políticos hablan de este fenómeno, deberían hablar también de soluciones para las supervivientes de la violencia doméstica. En el año 2020 se denunciaron 26 809 casos de violencia doméstica y 72 personas fueron asesinadas como consecuencia de ello, la mayoría mujeres y niños.

Hay un vínculo directo entre migración y violencia doméstica: madres menores de edad, racismo, corrupción, desempleo, mal funcionamiento de los sistemas sanitarios y de educación tal como he escrito antes.

Es enorme el número de rumanas y rumanos que viven en el extranjero: solo en Italia hay ahora 156 855 badanti. El número real podría ser el doble, porque DOMINA, una asociación para las familias, calcula que el 57 % hace trabajos no declarados. El día 1 de enero de 2021 había 1 076᠎ 412 rumanas y rumanos viviendo en Italia. […]

Ileana [un seudónimo] abandonó Rumania a la edad de 41 años debido a la violencia doméstica: tenía miedo de perder la vida. Aun así, siguió mandando dinero a su marido, porque tienen dos hijos y construyeron casas para ellos en los terrenos que poseen. 

Ionela y Bogdan Potcovariu hablan por teléfono con un amigo italiano, en Neviano, provincia de Lecce, mayo de 2022 | Foto: ©Cosmin Bumbuț
Ionela y Bogdan Potcovariu hablan por teléfono con un amigo italiano, en Neviano, provincia de Lecce, mayo de 2022 | Foto: ©Cosmin Bumbuț

Ileana solía quedarse con solo 10 euros para ella, en caso de que cayera enferma y necesitara medicinas. Hacía trabajos no declarados, sin contrato, porque cuando se necesita dinero y no se desea volver a casa con un marido violento, se acepta cualquier cosa.

Fue humillada, ofendida y marginada por las familias italianas para las que trabajó. La trataron como a una sirvienta, perdiendo años de su vida a cambio de algo más de 100 000 euros que envió a su familia en Rumanía durante sus 16 años de trabajo en Italia.

Ahora Ileana no tiene nada. Su marido no la deja volver a la casa que él ha renovado con el dinero que ella ganó en Italia. No tiene forma legal de actuar contra él, porque la tierra sobre la que se levanta su casa y las que construyeron para sus hijos le pertenece a él como herencia de sus padres. De cualquier forma, ella no se atreve a llevarle a los tribunales porque tiene miedo de su violento esposo. 

No tiene ahorros porque envió a casa casi todos sus ingresos y dentro de muy pocos años alcanzará la edad de jubilación. Esto es hablar por hablar, porque Ileana no tendrá pensión puesto que ha hecho casi todo su trabajo sin un contrato. […]

Ella no es la única ciudadana en tal situación y el Estado rumano no está preparado para su regreso. Decenas de miles de mujeres rumanas, actualmente badanti en Italia, volverán al país en su ancianidad. Algunas volverán a convivir con sus violentos maridos porque no tienen ningún otro sitio al que ir. Otras serán incapaces de mantenerse porque su trabajo en Italia no fue declarado. […]

Las mujeres rumanas están acostumbradas a sacrificarse, porque la sociedad local espera esto de ellas. Y el destino de una badante entraña muchos sacrificios, porque no es vida el tener que vivir 15, 16 o 20 años de las vidas de personas mayores y enfermas a las que tiene que cuidar día tras día hasta que mueran.

Su sacrificio llega al extremo de que algunas mujeres rumanas suelen encontrar trabajo extra como limpiadoras durante las dos horas libres de que deben disfrutar cada día, tal como nos dijo Ionela. “Trabajar como badante es como estar en arresto domiciliario”, comentó una mujer rumana en nuestra página de Facebook. […]

Cuando la gente habla de los derechos de las badandi rumanas y de los abusos que sufren, algunas voces siguen culpando a las víctimas: ¿Por qué aceptan trabajar en esas condiciones? ¿Por qué no reclaman sus derechos?

Su vulnerabilidad empieza en Rumanía, primer país donde sus derechos no se han respetado. Las rumanas transigen con el abuso en el extranjero porque nadie en su propio país las ha informado de que tienen derechos.

Eugenia, de 54 años, delante de la casa de Leverano, provincia de Lecce, en mayo de 2022. Cuida a una anciana de 94 años. | Foto: ©Cosmin Bumbuț
Eugenia, de 54 años, delante de la casa de Leverano, provincia de Lecce, en mayo de 2022. Cuida a una anciana de 94 años. | Foto: ©Cosmin Bumbuț

Muchas de las mujeres están sujetas a explotación y a pésimas retribuciones en Rumanía. Eugenia trabajaba en una fábrica de pan en Tulcea, donde se rompió una pierna bajando por unas escaleras cargada con una gran caja de productos. Aunque todavía cojea por culpa de ese accidente laboral, la fábrica nunca le pagó ninguna indemnización por daños. 

Marcela creció en una comunidad de Curtea de Arges donde muchas mujeres eran agredidas por sus maridos, tal como le pasó a ella. Hay 30 familias en la calle de Marcela y 10 mujeres de allí se han marchado a trabajar en el extranjero. Italia fue una salida para muchas mujeres rumanas, porque el Estado rumano nunca les tendió la mano, ya fuese con pulseras de proximidad para los agresores o con un número suficiente de plazas en los refugios. 

Como siempre han estado solas, estas mujeres no saben cómo pedir apoyo a las instituciones cuando se abusa sexualmente de ellas. Están terriblemente asustadas porque en Rumanía la violencia doméstica ha aniquilado su valor. […]

Los relatos de estas mujeres son desgarradores: madres solteras, mujeres violadas, una viuda que perdió su trabajo cuando cerró el taller de sastrería donde trabajaba, una joven que recuerda que tenía 14 años cuando su madre se marchó a Italia para trabajar y ella se sintió abandonada. No se puede hablar de migración sin hablar de todos estos problemas sociales que la generan. No se puede separar un trozo de la realidad rumana y desentenderse de todo el contexto en torno a él. […]

Silvia Dumitrache, fundadora de la Associazione Donne Romene in Italia, una asociación que defiende los derechos de las personas trabajadoras rumanas, manifiesta que los Estados, tanto rumano como italiano, se benefician de los sacrificios de las badanti: la economía rumana crece con el dinero que ellas envían a sus casas, mientras que Italia se ahorra gastos. 

De acuerdo con el informe de DOMINA, el coste total del cuidado de personas ancianas que pagan las familias asciende a 11 600 millones de euros, que el Estado italiano se ahorra al no prestar ya tal cuidado por medio de su servicio público de asistencia.

Además, el Estado italiano gana dinero por los impuestos pagados por las familias que firman contratos de trabajo con sus badanti. Silvia Dumitrache manifiesta que las instituciones hacen la vista gorda ante los casos de muchas badanti que trabajan 24/7 y ven menoscabados sus derechos: “El Estado italiano es cómplice de esta situación.”

Mirela Videa, agregada para empleo y asuntos sociales en la embajada rumana en Italia, cree que el Estado italiano debería poner en práctica dos soluciones: conceder rebajas fiscales a las familias que cuiden de sus personas mayores y crear una institución para gestionar “la confluencia entre la oferta y la demanda”, asignando trabajos y eliminando a los agentes que actúan en el mercado negro y explotan a las trabajadoras.

Mientras estaba entrevistando a las badanti rumanas, solía recibir dos respuestas a la pregunta “¿Por qué viniste a trabajar a Italia?” Muchas mujeres contestaban que se habían endeudado al comprar electrodomésticos o al pedir préstamos para poder permitirse el funeral de familiares que morían de manera inesperada.

La migración solo es una pequeña parte de la realidad rumana, en la que las mujeres dejan a sus hijos para poder pagar las cuotas de la lavadora. [...]

***

*He decidido usar el término badante en este texto; se hizo de uso general en Rumanía a principios de este siglo, cuando las căpșunari (recolectoras de fresas) y las badanti (cuidadoras internas) formaban las hasta entonces más importantes oleadas de migraciones en nuestro país. Considero que su semántica social y cultural es crucial para la historia de la diáspora rumana. En Italia, la palabra badante todavía se usa informalmente, porque en las comunicaciones públicas se prefieren otros términos como “trabajadora doméstica” o “asistenta familiar”.

👉 Artículo original en Libertatea
Este artículo fue nominado del European Press Prize 2023. La republicación de este texto corre a cargo de European Press Prize. Visite europeanpressprize.com para encontrar más periodismo excepcional.

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