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Bucarest abre la guerra de los tulipanes

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Las autoridades rumanas, molestas ante el rechazo de los Países Bajos de aceptar a su país en el espacio Schengen, han decidido controlar exhaustivamente la importación de los tulipanes. En opinión de un columnista enojado por la situación, se trata de una reacción un tanto excesiva pero justificada.

Publicado en 19 septiembre 2011

No debemos tener miedo a este tipo de enfrentamientos, sino acostumbrarnos a ellos, pero con una condición: que no perdamos. Porque si vamos a atacar a ciegas, si nos enfrentamos a todos los que se muestran hostiles hacia nosotros, nos considerarán los camorristas y todo el mundo nos tratará como leprosos.

Todo comenzó el 16 de septiembre, con el anuncio de la firme oposición de Países Bajos a que Rumanía entrara en el espacio Schengen. Una oposición ostentosa con la que los neerlandeses no sólo han querido cerrarnos la puerta, sino también darnos con ella en las narices.

Los especialistas sostienen que Rumanía cumple con gran parte de los criterios técnicos impuestos por la Unión Europea para formar parte de la zona Schengen. El país invirtió varios miles de millones de euros, pero, al meternos en el mismo saco que a los búlgaros, tenemos que esperar a que ellos también alcancen un nivel aceptable.

Pero es frustrante que nos dejen esperando a las puertas, tras haber pasado semanas preparándonos, tras habernos comprado un traje nuevo y habernos lustrado los zapatos. Antes de salir, vacías la cuenta, te comes un buen trozo de queso gouda, te perfumas con el mejor perfume francés y compras el ramo más grande de flores (naturalmente, holandesas). Llegas al destino, llamas al timbre, dices "¡Buenos días, señora!" y ¡sorpresa!, en el umbral aparece una matrona de mal humor que te tira las flores a la cara porque apestas a queso.

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Hemos borrado a los Países Bajos del mapa

La cuestión es: ¿cómo debemos actuar ante una situación así? ¿Mandar a paseo a la señora o retirarse sin olvidar que, para la próxima vez, más vale que no toquemos el queso antes de visitarla? ¿O debemos hacernos con una honda y romper la ventana de la bruja, gritándole que es tan guapa como Baba Yaga, la bruja desdentada del folclore de Europa del Este?

Parece que hemos adoptado la táctica del tiro con honda, porque las frustraciones no cesan. ¿Entonces hemos realizado todas las detenciones en vano? [A comienzos de febrero, la Dirección Nacional Anticorrupción (DNA) detuvo y llevó a Bucarest en helicóptero a 140 agentes de aduanas acusados de corrupción]. ¿Hemos sacado a pasear inútilmente ante el mundo a los culpables, para que los extranjeros vean lo despiadados que somos ante la plaga de la corrupción de nuestras aduanas?

Los holandeses anunciaron que no nos dejarían entrar en el espacio Schengen y nosotros recordamos, como si fuera un milagro, que ellos también tienen sus puntos débiles. ¿Que no están contentos con nuestros controles fronterizos? Entonces les vamos a demostrar lo que es la vigilancia de verdad.

Como es evidente, podría tratarse de una simple coincidencia. Hasta ahora, los bulbos de sus tulipanes nunca nos han interesado. ¿Por casualidad tienen una forma sospechosa? O peor aún, ¿puede que escondan una bacteria mortal capaz de diezmar a nuestra querida patria? De momento, estamos buscamos la bacteria. Aún no la hemos encontrado, pero seguimos su rastro. Mientras, hemos eliminado a Países Bajos del espacio Schengen de los tulipanes. La próxima vez, seremos quizás más comprensivos, si hacen mejor sus deberes…

Visto desde los Países Bajos

“Reforzar el Estado de derecho”

En una entrevista con la radio pública holandesa, el ministro de Inmigración, Gerd Leers, explica que aceptando la entrada de Rumanía y Bulgaria en el espacio Schengen, “les vamos a dar las claves de la puerta de entrada en lo que respecta vigilancia de fronteras. No hará falta más para que ciertas personas que no tienen derecho de entrada lo puedan hacer igualmente, gracias a la corrupción. Por ello hay que verificar que el Estado de derecho [en Rumanía y en Bulgaria] esté vigente”.

Basándose en informes de la UE que constatan los avances insuficientes de Bucarest y Sofía, el ministro considera, según el Volkskrant, que “el Estado de derecho [en Rumania y en Bulgaria] no está listo, como tampoco lo está la lucha contra la corrupción y el crimen organizado [...]. Es una cuestión de confianza, o, más bien, de que no se da dicha confianza”.

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