Los planes rusos para Europa

Castigar a Alemania, dividir a la UE y presionar a Ucrania

La crisis de los refugiados ha proporcionado al Kremlin la oportunidad para desarrollar una política de enfrentamiento con Europa, aprovechando sus actuales debilidades y divisiones, afirma un columnista alemán.

Publicado en 3 marzo 2016 a las 12:19

Richard Herzinger, columnista en el diario alemán Die Welt, argumenta que Vladimir Putin está dando pasos tentativos para extender el poder de Rusia en Europa. La caída de Angela Merkel está entre las prioridades de la lista de deseos del presidente ruso.

La voluntad del Kremlin de entrometerse en los asuntos exteriores sólo ha crecido desde la crisis de Ucrania. Herzinger afirma que una similar " estrategia de infiltración" está en marcha en Alemania, donde Rusia ahora afirma estar protegiendo a los ciudadanos alemanes de origen ruso. Una historia inventada sobre una chica ruso-alemana violada por una banda de refugiados ha sido ampliamente propagada por los medios de comunicación públicos rusos. Sergey Lavrov, Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, intervino en nombre de la víctima para criticar cómo el sistema de justicia alemana había manejado el caso. Sostiene Herzinger que estas acciones son parte de una estrategia más amplia de Rusia para desestabilizar a la Unión Europea: "Moscú está probando constantemente hasta dónde se puede ir sin encontrar oposición significativa en Occidente." El reproche de Merkel a la intervención ha tenido pocas repercusiones. Tampoco la ha tenido la decisión de un tribunal británico para implicar a Putin en el asesinato de Alexander Litvinenko, un disidente ruso envenenado en Londres.

¿Pero que está impulsando la intervención estratégica de Rusia en Europa? Herzinger reconoce que Putin pretende separar a los Estados miembros de la UE y a la propia Unión en última instancia:

El hombre fuerte del Kremlin sueña con aislar a los Estado-nación europeos, fuera de la protección de la UE, que ya no puede tomar ninguna decisión geopolítica fundamental sin la aprobación de Moscú, el nuevo poder dominante. Para que esto suceda, el eje trasatlántico debe romperse y Estados Unidos debe ser conducido fuera del continente. La ambición de Putin por una Europa dominada por Rusia se basa en una mentalidad neo-imperial que agrupa la idea zarista de una superioridad rusa con un orgullo reactivado por el legado de la dominación militar de la Unión Soviética.

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Herzinger considera como analistas ingenuos a los que cuentan con las sanciones económicas para suavizar la postura de Rusia y normalizar su relación con Europa. la sociedad rusa, según él, se ha ha autoalimentado para considerarse a sí misma como destinada a jugar un papel especial en la historia del mundo. En esta visión, Rusia tiene el deber de salvar a sus vecinos del oeste de la "decadencia liberal" que emana de los Estados Unidos. Putin juega un papel central como el rescatador y renovador de la "Rusianidad". Esta posición cuidadosamente construida le atribuye una buena protección frente a los choques económicos.

Pero las aventuras geopolíticas de Putin no se detienen en Europa. Siria ha proporcionado un ejemplo perfecto de cómo una intervención rusa bien planificada ha confundido y se ha adelantado a Occidente. Mientras los diplomáticos tratan de superar las diferencias apuntando a ISIS como su enemigo común, Putin continúa apoyando el ataque de Assad contra su propio pueblo. El terrorismo sirve como una excusa conveniente para la inacción en la frontera oriental de Europa igualmente:

La ficción occidental de que el Kremlin es un socio inevitable en la guerra contra el terrorismo ha justificado más agresión rusa en Ucrania, poniendo al país bajo presión. Los Gobiernos occidentales no han tildado las acciones de Rusia en Ucrania como agresivas, a pesar de su abierta violación del acuerdo de Minsk y la continuidad de su guerra híbrida en el este de Ucrania. En su lugar, los EEUU están ahora negociando con Moscú directamente para llegar a un modus vivendi en cuanto a la cuestión. Pero incluso si los enormes costos de la guerra de Putin en dos frentes - en Siria y Ucrania - significaran que se prepara para hacer concesiones, sería totalmente absurdo creer que renunciaría a sus pretensiones en los países vecinos. No hay obstáculos fundamentales ciertamente para impedir un acuerdo con el Kremlin. Pero debe estar basado en el deseo común de Occidente para establecer límites claros a las ambiciones hegemónicas de Putin. Pero las democracias vacilantes de Occidente parecen más alejadas que nunca de dicho propósito.

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