Barbara Matera toma posesión en el Parlamento Europeo, el 14 de julio de 2009 (EP)

Las muñequitas de la política

´Desde hace algunos meses, Italia se apasiona con los escándalos sexuales de su Primer ministro. Pero lo que llama la atención de las chicas en minifalda va más allá del folclore de Berlusconi e invade la sociedad. Frente a este fenómeno, el "segundo sexo" no tiene fácil rebelarse, según cafebabel.com.

Publicado en 25 septiembre 2009 a las 14:36
Barbara Matera toma posesión en el Parlamento Europeo, el 14 de julio de 2009 (EP)

Hasta cuando parece que el barco se hunde (porque en realidad, sondeo en mano, no se hunde), Berlusconi no pierde el vicio de tratar a las mujeres, sean acompañantes o ministras, como prisioneras: "Nunca he pagado a una mujer. Nunca he entendido de otra sofisticación sino la del placer de la conquista", declara a los periódicos para desmentir a Patrizia D’Addario, la chica de compañía que hace poco reveló haber pasado una noche con él nada menos que mientras Barack Obama era elegido presidente de los Estados Unidos. Hace algunos días, en pleno sopor de agosto, Berlusconi ataca de nuevo: "Los periódicos siguen diciendo que odio a las mujeres. Si hay algo que adoro, son las mujeres, hasta las ministras".

Vivimos en una "videocracia"

El 'Papigate' es un fenómeno que va más lejos del folklore berlusconiano, es una revolución antropológica y cultural, como han dicho en su documental Erik Gandini (autor de Videocracy) y su tándem Lorella Zanardo Marco Malfi Chindemi, directora de El cuerpo de las mujeres. Los cuerpos femeninos, en los medios de comunicación italianos, son en todas partes y a menudo, los mismos: jóvenes, destellantes, relucientes, exhibidos, cuidados hasta la obsesión, adulados pero también ridiculizados, y el que no se ríe de esto, según la opinión dominante, es a la fuerza, un envidioso o un frustrado.

La Italia de las políticas Nilde Iotti y de Tina Merlin, mujeres perioditas y políticas, ya pasó. La Italia de hoy está llena de categorías socio-profesionales desconocidas en otros países: velinas (chicas florero de la tele), meteorinas (chicas-florero del tiempo), leterinas (chicas con coreografías cortísimas en un concurso televisivo)y leteronzas (más de lo mismo). O sea, showgirls de especies varias ahora convertidas ya en cosa seria, hasta en iconos pop, y a menudo metidas en política, con exitazo de popularidad, tras un sabio re-estilismo.

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De chicas de calendario a la política

El caso más conocido es el de la ministra de Igualdad de Oportunidades, Mara Carfagna, que en un par de años pasó de un calendario sin ropa de Max (revista mensual masculina italiana) a la exaltación de "Dios, patria y familia" o "Roma, cuna de la cristiandad". Igual de inconformista, por lo menos para el gusto de los pasillos de Bruselas, es la "carrera de honores" de la recién estrenada europarlamentaria Barbara Matera, clase de 1981, ex actriz de la televisión, locutora para los anuncios en la RAI y pre finalista del concurso de Miss Italia. Escuálido el currículum que publicasu página web institucional, tristemente vacías las páginas relativas a su actividad política. Pero una cosa es cierta: con 28 años recién cumplidos Matera está a punto de diplomarse: "En 2009, concluídos los últimos exámenes universitarios, acepta la candidatura al Parlamento Europeo integrando las listas del Popolo della Libertá por el Colegio Sur. Defenderá una tesis de fin de estudios sobre la Reforma de la Enseñanza Secundaria en Italia".

También digna de mención es Francesca Pascale, ex colaboradora del programa Telecafoneemitido por una televisión local (con su intervención, ahora ya de culto, en el vídeo "Si te bajas las bragas, sube la audiencia"), artífice del comité rosa 'Silvio, te echamos de menos' (Berlusconi, evidentemente, en los tiempos en que estaba en la oposición) y hoy consejera provincial de Nápoles por el PDL además de colaboradora del gabinete de prensa del Ministerio de Cultura.

"Partamos de nuevo de que no hay que ser dócil"

Parece, en definitiva, que hay bastantes más motivos para rebelarse. ¿Dónde han acabado las mujeres en todo este lío? ¿Y las feministas? Se lo han preguntado mucho, empezando por las directamente interesadas. Tras el 'yo acuso' lanzado desde las páginas de L'Unitá por la politóloga Nadia Urbinati ("hay que volver a empezar de cero, de lo esencial.Lanzar un llamamiento, por ejemplo, algunas mujeres se están preparando para hacerlo: los llamamientos no son formas de actuar antiguas. Hoy, es nuevo. Partamos de nuevo de que no hay que ser dócil") y de las intervenciones de escritoras, actrices y profesoras universitarias (la última, la de Chiara Volpato en el New York Times del 26 de agosto), el debate parece cuando menos, retomado. Sin embargo, es siempre lo mismo: autoreferencias, hecho de llamamientos y contrallamamientos, fijado, alguna conferencia y poco más...

Los grupos feministas son numerosos y muy activos en Italia, pero se cansan construyendo redes y, si esto lo consiguen, no despiertan demasiada aprobación entre las nuevas generaciones. No solo faltan los lugares de reunión (con algunas excepciones, como la Casa internacional de las mujeres de Roma) sino, y sobre todo, una nueva forma de ejercer su política, más estructurada y menos testimonial, atenta al mismo tiempo a la movilización y al recrutamiento de nuevas activistas con instrumentos antiguos e innovadores, incluídas las redes sociales en internet. Parafraseando a Kissinger, uno acaba preguntándose: "¿Dónde debo llamar si quiero hablar con el movimiento de las mujeres?"

Giulia Lasagni, traducción Soraya García

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