Angela Merkel se ha encontrado la horma de su zapato en Pekín. “La República Popular China manda a paseo a la canciller”, así titula el Handelsblatt en relación al viaje de tres días de Merkel al Imperio del Medio, donde, entre otras cosas, confiaba en pedir ayuda a China para rescatar el euro. Desde luego, Pekín sueña con participar en la solución de la crisis, pero no contempla perder dinero.
"Los europeos no tendrán ninguna promesa de inversiones directas, declaró fríamente el primer ministro Wen Jiabao”, recogeel diario económico. “Los países endeudados deben, en primer lugar, 'tomar decisiones dolorosas y hacer sus deberes’”. Es decir, tal y como explica el editorial del Handelsblatt:
...reducir las deudas, ampliar los mecanismos de control y tomar posiciones claras, francas y fiables hacia el resto del mundo. […] El dinero que los chinos quieren invertir en Europa se supone que no es ayuda al desarrollo sino que debe parecer una inversión muy lograda. En el mejor de los casos, sobre el plano económico y político.
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Desde el punto de vista alemán, China podría desempeñar un papel crucial con sus 3,2 billones de dólares en reservas de divisas. El Frankfurter Rundschau recuerdalas contrapartidas exigidas a cambio, como por ejemplo:
El reconocimiento por parte de la UE del estatus de economía de mercado para China dificultaría que las empresas europeas tomen medidas contra los ataques a la competencia o el dumping de los precios.
Como resultado, afirma el Handelsblatt: la canciller, que puede jactarse de ser considerada por los chinos como "la renovadora al mando del euro", no ha tenido ocasión de promover las relaciones económicas bilaterales, tal y como había previsto y no le ha quedado otra opción que confiar en que las futuras reuniones que se concierten en el año en curso permitirán arrancar promesas al primer ministro chino.