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¿La COVID-19 logrará (re)confinar las fiestas de fin de año? Parece posible, teniendo en cuenta el aumento mundial del número de casos debido a la difusión de la nueva variante ómicron, proveniente de Sudáfrica. Los Gobiernos europeos intentan, por su parte, salvar las fiestas de fin de año, incluso a costa de tener que dar un paso atrás en el relajamiento de las restricciones.
En Portugal, país en el cual la tasa de vacunación se sitúa en el 92 %, la utilización de los tapabocas en los espacios públicos cubiertos es nuevamente obligatoria, junto con otras medidas que buscan limitar el aumento de los casos. El Gobierno portugués ha afirmado estar dispuesto a no detenerse allí, y analiza la posibilidad de endurecer las restricciones si el período invernal lo impone.
En todas partes, distintas medidas excepcionales se aplican para limitar las contaminaciones: retorno del teletrabajo, cierres de bares y discotecas, anulación del mercado navideño en Munich (o, como ha ocurrido en el mercado de Budapest, la prohibición de ingresar para las personas no vacunadas), etc. A pesar de los esfuerzos para permitir a los europeos pasar las fiestas de año tranquilamente, los riesgos de que esto no ocurra no son, como se puede apreciar, insignificantes.
