Cuando la sátira aviva el enfrentamiento

El humor que publican últimamente las revistas satíricas parece que aspira más a que se hable de ellas que a hacer reflexionar a la sociedad. Así lo parece al menos en el caso de la publicación francesa Charlie Hebdo y en el de su homóloga alemana Titanic.

Publicado en 28 septiembre 2012 a las 15:53

La revista satírica Titanic sale a la venta el 28 de septiembre con una nueva portada. En ella aparece [la exprimera dama de Alemania] Bettina Wulff, amenazada o protegida, según se vea, porque no queremos adelantar nada, por un combatiente islamista armado. Se trata de un fotomontaje pueril que demuestra la postura imprecisa y timorata de la revista. ¿A qué viene que se hable en los medios de Bettina Wulff y de sus veleidades, cuando ya fue objeto de repetidas burlas en Alemania?

Este asunto ya no es de actualidad desde hace tiempo y ese es precisamente otro de los problemas de Titanic: no deja de servir los mismos platos recalentados. A menos que se trate de un nuevo intento de un grupo de periodistas que se dejen llevar por la broma de jugar con la paciencia de los musulmanes para saber si son realmente como les imaginamos: accediendo a las redacciones de los diarios satíricos de Francia y Alemania con un cinturón de explosivos y confirmando así que su humor que no tiene ninguna gracia.

Los políticos alemanes, al ver que varios miles de personas se han levantado contra la película La inocencia de los musulmanes en Egipto, en Siria y en Irán, se han preocupado por el "golpe" anunciado por Titanic. Guido Westerwelle, ministro de Exteriores, declaró que había que evitar echar más leña al fuego.

Mientras, la responsable política francesa Christine Boutin dijo que quería denunciar a la publicación Charlie Hebdo, ya que consideraba que las caricaturas de Mahoma que se publicaron en la misma cumplían los criterios de la incitación al odio racial. Y [el eurodiputado de los Verdes] Daniel Cohn-Bendit se dejó llevar por la ira en televisión y tachó a los responsables de Charlie Hebdo de "estúpidos" y "masocas", que se divierten con sus propios miedos. Bien.

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Plumas frente a cimitarras

Rara vez la sátira ha logrado que se hable tanto de ella en los medios como en estos días. Rara vez la agitación por los dibujos y las portadas satíricas ha sido tan intensa en Alemania y menos aún en Francia. En pocas ocasiones hemos visto manifestarse a tantos partidarios y enemigos de la sátira, a base de requerimientos y de advertencias a veces espantosas: [el famoso periodista de investigación alemán] Günter Wallraff afirma que quiere que los medios de comunicación europeos se inunden de caricaturas críticas del islam para que la "demostración de libertad" (y lo dice muy en serio) no sólo sea asunto de un puñado de amantes de la libertad.

Esta valentía vibrante en realidad es la ira ardiente de los neo-burgueses excitados que creen que unos islamistas locos pueden derribar el orden liberal y que el "arte sagrado" es un medio de proteger nuestra apertura de mente. Plumas mordaces frente a cimitarras.

Es una pena ver que, en una época en la que se habla de ella más que nunca, la sátira es pésima como rara vez lo ha sido. El problema no viene ni siquiera de la mediocre factura de los dibujos de Charb en Charlie Hebdo. Lo que es triste es la indigencia intelectual de todas esas imágenes, esos montajes, esos chistes, que lo único que buscan es el sensacionalismo. Pues en ellos no hay nada de sensacional, sino que la gente se adentra en un terreno delicado e inédito, cuyo atractivo estriba en que es imposible saber de antemano qué ocurrirá: ¿encajarán la crítica o prenderán juego? Arremeter contra los políticos no sirve de nada y por lo tanto, lo que queda es la exclusividad de los bufones televisivos en la retaguardia, que no se dan cuenta de que su discurso está más visto aún que el de los políticos.

El único modo de que un autor satírico triunfe hoy es meterse con el pudor religioso y así tendrá el éxito asegurado: el Papa recurre a la justicia, el Consejo de Culto Musulmán denuncia los ataques a los sentimientos religiosos de sus fieles y los autores satíricos vuelven a replicar con un tono de patriotismo constitucional: un país libre no debe prohibir la sátira. Leo Fischer, redactor jefe de Titanic, ha declarado: "Los musulmanes tienen que tolerar las bromas que se hacen sobre ellos". Es tan cierto como aburrido. Y según parece, las tolerarán, al igual que nosotros tendremos que aceptar el hecho de que la sátira política alemana no nos aportará ninguna materia de reflexión en los próximos años, como ya nos tiene acostumbrados.

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