En Estados Unidos, los gastos militares se consideran un factor impulsor de la economía y el Congreso ha aprobado para 2011 un presupuesto de 726.000 millones de dólares [608.000 millones de euros] que, aunque se deduzcan los 159.000 millones que financiarán las guerras de Irak y Afganistán, el Pentágono sigue disponiendo de 23.000 millones más con respecto a este año. Tanto en China como en la India, los presupuestos siguen aumentando.
Sin embargo, en Europa se observan graves dificultades, pues la crisis griega ha obligado a los gobiernos a realizar importantes recortes en los presupuestos de Defensa, aunque no siempre ponderados. Para reducir los costes, Atenas ha reducido un 25% los gastos actuales y va a retirar su contingente en Kosovo; Portugal tomará medidas similares, mientras que en Rumanía, el 80% del presupuesto (1.500 millones de euros) se destina a los sueldos y en Austria los recortes de más del 10% (1.670 millones de euros) afectarán al mantenimiento del material y al entrenamiento.
Berlín ha aprobado un plan de reducción de 4.300 millones de euros a lo largo de tres años en su presupuesto actual de 31.000 millones, lo que supondrá cerrar varias bases, reducir los efectivos en al menos 40.000 personas, dejar de utilizar aviones como los Typhoon y los bombarderos Tornado, así como retirar de forma anticipada buques y submarinos. También se prevén recortes presupuestarios en el sistema de defensa antimisiles Meads, en los helicópteros Nh 90 y los aviones de carga A-400M.
En España se han tomado decisiones similares, donde a la reducción del 6,4% en un presupuesto de alrededor de 8.000 millones de euros y que ya es efectiva, podrían añadirse nuevos recortes que comprometerían la adquisición de aviones y blindados. Por su parte, Francia, con un presupuesto de 32.000 millones, aplicó en 2008 un gran plan de reestructuración de la Defensa, pero se prepara para nuevas restricciones que podrían suponer entre 2.000 y 5.000 millones de euros a lo largo de los tres próximos años.
Los ejércitos sofisticados, imposibles de gestionar
En Gran Bretaña, el plan de austeridad del nuevo gobierno de coalición Cameron-Clegg incluirá la eliminación de los equipos más antiguos (tanques, piezas de artillería, helicópteros y aviones) y la reducción o el aplazamiento de las nuevas adquisiciones, para ahorrar como mínimo 7.000 millones de libras [8.400 millones de euros] a lo largo de cinco años, en un presupuesto que este año alcanzaba los 36.800 millones de libras. Al parecer, los programas sujetos a contratos, como la compra de dos portaaviones, se mantendrán, ya que su rescisión se sancionaría con compensaciones a las industrias implicadas que superarían los ahorros logrados.
Ése es el dilema al que se enfrentan todos los países europeos en los que las reducciones presupuestarias van a afectar en primer lugar al personal y al ejército, es decir, al entrenamiento de los efectivos, así como a la gestión del mantenimiento de los materiales y las infraestructuras. Por lo tanto, se corre el riesgo de disponer de armas nuevas y sofisticadas sin tener los medios para gestionarlas, como ya es el caso en Italia, donde faltan fondos para reparar los equipos dañados en Afganistán, pero también para el carburante de los aviones y navíos.
En toda Europa se esfuerzan por garantizar ante todo las necesidades de las tropas desplegadas en Afganistán, y en especial los medios destinados a la contra-insurrección. Se trata de una opción justificada, pero que corre el riesgo de sacrificar la planificación indispensable para contar en el futuro con unas fuerzas capaces de enfrentarse a cualquier tipo de amenaza, incluso con los medios convencionales. También por este motivo, Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN, ha advertido a los aliados sobre un desarme que "podría amenazar la estabilidad internacional y por consiguiente limitar las perspectivas de crecimiento".