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Sofia (Bulgaria), el 7 de mayo de 2013. Carteles electorales de Volen Siderov, líder del partido de extrema derecha Ataka.

¿Dónde está Europa?

En la campaña de las elecciones legislativas del 12 de mayo, Europa es la gran ausente. Salvo si se trata de hacer un llamamiento para salir de la UE, como hace la extrema derecha, o de prometer que los fondos europeos seguirán llenando las arcas del país, como hacen los dos principales partidos.

Publicado en 10 mayo 2013 a las 15:38
Sofia (Bulgaria), el 7 de mayo de 2013. Carteles electorales de Volen Siderov, líder del partido de extrema derecha Ataka.

Por primera vez desde que Bulgaria entró en la Unión Europea (EU), en 2007, prácticamente no se habla de Europa en el espacio público. Toda cantinela acaba por cansar, pero aquí la razón parece más profunda: Europa ha pasado a formar parte de la larga lista de ilusiones perdidas durante la transición posterior a la caída del comunismo en 1989.

Ya no hay ningún partido que se presente ante sus electores blandiendo la idea de Europa. Incluso las formaciones políticas que se califican como "europeas" se han olvidado de ella. Europa ha quedado reducida a una especie de pin que llevan los políticos búlgaros al dorso de la chaqueta ante los extranjeros. Cuando sienten la necesidad, acuden a Bruselas para convencerse de que aún existen, a pesar de las pruebas que constatan lo contrario en su país. Lógicamente, allí sólo se encuentran con representantes de partidos hermanos que declaran a los cuatro vientos su apoyo, sobre todo en periodo electoral.

La vaca lechera

El ejemplo más claro del declive del sueño europeo lo ha dado precisamente el partido que ha estado dirigiendo el país y que se prepara para ocupar un segundo mandato, el GERB (Ciudadanos para el Desarrollo Europeo de Bulgaria). Durante su espectáculo grandioso del pasado 7 de abril en Sofía, sus militantes distribuyeron un folleto en papel satinado, titulado "La dirección correcta para Bulgaria: algunos puntos del programa político de GERB". Desde las primeras líneas, recuerdan que se trata de un "partido de centro-derecha, miembro de la familia del Partido Popular Europeo (PPE)". Prueba de ello es que invitaron a unos miembros destacados de la "familia", que se situaron en primera fila del evento, el secretario general del PPE, Antonio López (España) y el presidente del grupo parlamentario del PPE en Estrasburgo, el francés Joseph Daul.

Está claro que no dudaron de que su presencia serviría para legitimar la mercantilización de la idea europea transmitida por la derecha búlgara. Si hubieran entendido el búlgaro, podrían haber constatado que el asunto europeo únicamente se aborda desde la perspectiva de los "fondos europeos".
Para que no quedara ninguna duda de que Europa se ha reducido a la función de vaca lechera, el exprimer ministro Boiko Borissov se dirigió directamente a ellos durante su discurso. "Gracias a nuestros invitados de primer nivel, garantizamos que en los próximos años, se inyectarán alrededor de 32.000 millones de levas (la mitad en euros) en la economía búlgara. Cuando hablamos de GERB, siempre debemos tener presente que somos un partido que hace que entre dinero en Bulgaria".

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Indigno de sentarse a la mesa europea

Un pequeño recordatorio: antes de llegar al poder en 2009, el GERB tenía unas ambiciones europeas mucho mayores. Que Bulgaria entrara en la zona Schengen, librar al país del humillante "mecanismo de cooperación y verificación" (MCV) al que se le ha sometido desde su adhesión. En resumen, hacer de Bulgaria un miembro de pleno derecho de la familia europea. Pero han conseguido lo contrario: Sofía ha perdido toda posibilidad (e interés) de adoptar el euro y de unirse a la zona de libre circulación europea. El MCV parece que se mantendrá por los siglos de los siglos, para recordar que nuestro país no es digno de sentarse a la mesa europea.

También ha desaparecido entre los partidos todo trazo de demagogia o de competencia sobre el asunto europeo: ya nadie piensa en ganar las elecciones si es "más europeo" que los demás.

Así lo ha demostrado el principal partido de oposición, el Partido Socialista Búlgaro (BSP). Lo más sorprendente es que, en su nueva función de presidente de los socialistas europeos (PSE), el líder del BSP, Sergéi Stánishev, habla mucho menos de Europa ante sus electores búlgaros que antes. En el programa de su partido para las elecciones del 12 de mayo, existe un párrafo diminuto dedicado a "Bulgaria en la UE y la OTAN", en el que sólo se trata de no aceptar la idea de una Europa "de dos velocidades". Para ello, señala el programa, es necesario reducir las diferencias económicas entre las regiones ricas y pobres de la Unión.

Si la idea europea ha quedado reducida a eso en el programa de los grandes partidos ¿qué lugar ocupa en los pequeños? En su caso, Europa se vuelve microscópica, por no decir inexistente. El grupo político de la excomisaria europea Meglena Kuneva, "La Bulgaria de los ciudadanos", nos promete "31 cosas que cambiarán nuestra vida". El término "europeo" no aparece hasta la número 28, para fomentar un programa de instalación de sistemas de aislamiento en las antiguas viviendas de alquiler a precio reducido gracias a, cómo no, los fondos europeos.

Una amenaza para la democracia

Para ser objetivos, hay que admitir que la cuestión europea aparece claramente y en primera línea en las declaraciones del líder del partido nacionalista y xenófobo Ataka, Volen Siderov. Se enfrenta a las elecciones del 12 de mayo con un plan titulado “Una nueva vía para Bulgaria”, que no es en absoluto una novedad, pero que acaba de convertir en programa electoral. En él encontramos todo un capítulo sobre la cuestión de la permanencia de Bulgaria en la Unión. La respuesta se encuentra en la primera línea: "La Unión Europea es una amenaza para la democracia y la soberanía nacional de los países miembros". Tras enumerar todos los defectos de la UE, Volen Siderov propone una "reorientación general de la economía búlgara hacia China, India, Brasil, Japón y Rusia".

A falta de otra cosa, los partidos nos proponen un paseo virtual por el mundo, esperando que los electores por su parte les proporcionen un billete de entrada al Parlamento, que sigue siendo el principal destino turístico de los políticos búlgaros.

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