Empleados de Fiat manifestando en las calles de Roma, diciembre 2009. (AFP)

El enfado de Europa sale a la calle

En medio de despidos y pesimistas predicciones sobre el estancamiento de la recuperación de Europa, el continente se enfrenta a una oleada sin precedentes de protestas laborales. Desde Dublín a Atenas, los manifestantes se oponen a los recortes presupuestarios y a las iniciativas de reducción salarial.

Publicado en 24 febrero 2010 a las 16:20
Empleados de Fiat manifestando en las calles de Roma, diciembre 2009. (AFP)

En toda Europa se está generando una oleada de agitación laboral y social, por la resistencia de los trabajadores a los intentos de los gobiernos y las empresas privadas de imponer políticas de austeridad, reducir los salarios y rescatar a algunas naciones de situaciones próximas a la bancarrota. Ayer tuvieron lugar manifestaciones en ciudades de toda España; hoy, una huelga general podría paralizar Grecia, mientras que las protestas laborales en aeropuertos y refinerías petroleras de Francia, así como el paro de Lufthansa en Alemania prometen ser tan sólo el inicio de la mayor demostración de descontento público en el continente desde el fervor revolucionario de 1968. La economía industrial europea aún no ha salido de la recesión y con el aumento del desempleo y de las demandas de austeridad, los trabajadores europeos cada vez se muestran más impacientes.

Fiat, el atormentado gigante automovilístico de Italia, suspendió de repente la producción en todas sus fábricas italianas esta semana, dejó en paro a 30.000 personas durante dos semanas y prevé más cierres el mes que viene. Entretanto, parece que la confianza se está hundiendo bajo el peso de la implacable negatividad que transmiten los medios de comunicación sobre la crisis griega. Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra, expresó su preocupación por el "estancamiento" en la recuperación de Europa, una situación con nefastas repercusiones para la economía británica. La tan temida recesión de doble caída o "double dip" parece ser inevitable.

La mayor alteración de hoy tendrá lugar con diferencia en Grecia, donde ya se han producido huelgas feroces y protestas sonoras contra los esfuerzos del primer ministro Giorgos Papandreu para controlar el enorme déficit presupuestario del país, el peor de la eurozona. Los manifestantes, apoyados por el partido comunista, ayer intentaron bloquear la bolsa de Atenas y hoy cerrarán las redes de transporte aéreo, marítimo y ferroviario, para demostrar su enojo, intensificado por los draconianos recortes de las prestaciones sociales. También cerrarán centros escolares, oficinas gubernamentales y tribunales y se producirán interrupciones en los servicios de bancos, hospitales y empresas estatales. Para dar un toque trágico-cómico a la situación, los inspectores fiscales griegos también protestarán contra los intentos del gobierno de arreglar sus finanzas.

Pero ahora, España, otro país dentro del grupo de naciones excesivamente endeudadas denominado "PIIGS" (en referencia al inglés "cerdo", pero también las siglas de Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) también se enfrenta a la importante resistencia a los intentos del gobierno de Zapatero para volver a encauzar las finanzas públicas españolas. Muchos expertos temen una crisis presupuestaria española muy superior a la griega, por la sencilla razón de que la economía española es cinco veces mayor que la de Grecia, por lo que incluso los recursos de los miembros más ricos de la eurozona, principalmente Alemania, puede que no sean suficientes para salvarla.

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Ayer, se celebraron manifestaciones en Madrid, Valencia y Barcelona contra los planes para prorrogar la edad de jubilación a los 67 años. A finales de esta semana, las protestas se extenderán al resto del país. Los problemas económicos de España pueden ser incluso más difíciles de resolver que los de Grecia. La economía española se ha basado en la burbuja inmobiliaria durante los años de auge del sector y el posterior desplome en este país ha sido más grave que en el resto de la eurozona, incluida Grecia. Las cifras demuestran que España aún no ha salido de la recesión y se enfrenta al coste económico y social del 20 por ciento de paro y de una tasa de desempleo entre los jóvenes del 35 por ciento, la mayor en la eurozona.

De este modo, Irlanda, Grecia, España y otros países están viviendo lo que los economistas denominan eufemísticamente una "devaluación interna", al rebajar drásticamente los salarios y los costes y, si es necesario, dejar que el desempleo alcance cotas récord. El problema, planteado entre otros por el economista y premio Nobel Joseph Stiglitz, es que esas políticas deflacionistas amenazan con contraer aún más sus economías, al desencadenar crisis presupuestarias aún más urgentes, a medida que se desploman las rentas públicas y aumentan los pagos por desempleo.

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