“Primero fue el pepino, luego la soja y mañana probablemente será la fresa”, titula Volkskrant, que explica que incluso en Alemania “ya no entienden nada” sobre el origen de la bacteria mortífera E.coli. El pasado 6 de junio el propio director del Instituto Robert Koch —órgano central responsable de las alerta de seguridad alimentaria— llegó a admitir que es muy probable que jamás se halle el origen. Para el diario neerlandés, “la crisis de la bacteria EHEC deja al descubierto el lado oscuro del federalismo alemán”, porque “cada Land sopesa su propia teoría, sin concierto aparente”, mientras que “cada autoridad sanitaria parece seguir sus propios procedimientos”. “Cuando se encuentre la fuente de EHEC, los alemanes tendrán trabajo para rato. Es inevitable que tenga que centralizarse el fragmentado sistema por el que se rige la normativa sanitaria. La confusión se ha cobrado vidas humanas y ha causado daños que cifran en varios millones de euros, además de menoscabar, sin que fuera necesario, la imagen de modernidad que transmitía el país”, comenta el diario.
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