Convocados para responder a la cuestión de si "¿Bulgaria debe desarrollar su energía nuclear a través de la construcción de una nueva central atómica?", el 61% de los votantes han respondido "sí" en el referéndum organizado el 27 de enero. Pero puesto que únicamente el 20% de los inscritos acudieron a las urnas en esta primera consulta popular en la historia de la Bulgaria post-comunista, el referéndum ha sido anulado (se necesitaba como mínimo un 60% de participación). La cuestión aludía a la continuación de la construcción de la segunda central nuclear del país, en Belené (norte), cuyos trabajos se paralizaron en marzo de 2012.
Aunque promotores y detractores del proyecto se felicitan del resultado de la consulta, Troud estima que se trata de "una derrota para todo el mundo": para los ciudadanos, a causa del fiasco del primer voto ejerciendo la democracia directa; para la oposición de izquierda, promotora de la consulta, porque ha fracasado en movilizar a los electores; y para la derecha, opuesta al proyecto de una nueva central, porque los que han votado han dicho 'sí' a Belené.
Hemos estado "al borde del fiasco total", abunda Standart, añadiendo que el hecho de que se haya superado el 20% de participación permite a los promotores del referéndum "al menos que la cuestión de la construcción de una segunda central sea debatida de nuevo en el Parlamento".
Pero, ¿cómo explicar esta falta de interés entre los ciudadanos? los medios de comunicación búlgaros denuncian la "politización" del referéndum, ampliamente percibido como un preludio de las elecciones legislativas que tendrán lugar el verano que viene.