Una dosis de la vacuna Pandemrix contra el virus H1N1. (AFP)

El virus de la duda

Diversos países y gobiernos europeos intentan revender las millones de vacunas que han adquirido contra la pandemia. ¿Se habrá exagerado el nivel de amenaza? La prensa se muestra más bien severa con las autoridades.

Publicado en 5 enero 2010
Una dosis de la vacuna Pandemrix contra el virus H1N1. (AFP)

Tras el miedo, la polémica. A la vista de que la gripe A/H1N1 ha sido menos grave de lo previsto y que los europeos se han vacunado poco contra la pandemia, varios gobiernos tratan de deshacerse ahora de las dosis innecesarias.El 7 de enero, los ministros de Sanidad de los Länder entablaron negociaciones con el laboratorio GlaxoSmithKline para anular la mitad de la partida encargada por el gobierno alemán, en total 50 millones de dosis de la vacuna. Por el momento, sólo el 10% de la población alemana se ha vacunado. Según el Tagesspiegel, Berlín se está planteando la posibilidad de vender las dosis superfluas a países como Irán, Irak, Kosovo, Ucrania o Turquía.

En Francia, el gobierno acaba de anular una partida de 50 millones de dosis, de un total de 94 millones, y trata de dar salida a decenas de millones de vacunas a punto de caducar. Se han vendido ya 300.000 dosis a Qatar y 2 millones a Egipto. Además, se presume Los Países Bajos tengan la intención de revender 19 millones de dosis de los 34 adquiridos.Por su parte, España ha bloqueado la producción de 23,5 millones de dosis de los 37 previstos, “gracias a una cláusula introducida en los contratos” que permitía adaptar las entregas a las necesidades, según explica El País. El Ministerio de Sanidad estudia “la posibilidad de donar o revender” las vacunas adquiridas, observa también el periódico madrileño, una vez garantizada la protección de los grupos de riesgo. Las vacunas no utilizadas podrían venderse a países de la UE que no han llegado a ningún acuerdo con los laboratorios productores, como Polonia o Bulgaria. “Estas vacunas podrían venderse a precios inferiores a los pagados por el Ministerio de Sanidad, en el marco de una iniciativa solidaria con estos países europeos, o bien donarse a países en vías de desarrollo, como ha propuesto el presidente norteamericano Barack Obama”, precisa El País.

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Mejor pasarse que quedarse corto

“Unas vacunas peores que la gripe”,titula el periódico de Varsovia Dziennik Gazeta Prawna, subrayando que las enormes sumas gastadas son “dinero perdido”. “Las autoridades polacas hicieron bien en negarse a comprar las vacunas”, declara en el mismo periódico el profesor francés Marc Gentilini, experto en enfermedades contagiosas. En la Gazeta Wyborzca, en cambio, el doctor Jacek Mrukowicz, del Instituto polaco de Medicina Basada en la Evidencia, estima que los gobiernos occidentales han hecho lo que debían al comprar las vacunas. “Ante una pandemia, mejor tener demasiadas vacunas que no tener ninguna”. Según la oposición polaca, el único motivo por el que el gobierno no compró las vacunas es que le fue imposible hacerlo en el pico de la gripe.

¿Es este el final de la historia? En Berlín, el Tagesspiegel previene en portada que aún es posible que se produzca una segunda oleada de la gripe A. “Nadie sabe cómo evolucionará el virus en el futuro”, estima un portavoz del gobierno citado por el periódico. En un comentario, el Tagesspiegelrecuerda que cuando apareció el virus la población entró en pánico y propició la reacción de los políticos. No hay que criticar pues a la clase política, ni tampoco vender las vacunas antes de que el peligro haya desaparecido totalmente.

En Francia, donde sólo 4,5 millones de personas se han vacunado, la polémica gira esencialmente alrededor del principio de precaución. ¿Ha ido demasiado lejos el gobierno en nombre de este principio? “Tras veinte años de sucesivos fallos en la gestión de la sanidad pública (…), la crítica principal dirigida al poder político no era que se excediera sino más bien que se quedaba corto” comenta Les Echos. “Fiasco”, “escándalo”, “error”: casi hay que pellizcarse para creer que estos términos, usualmente reservados a la denuncia de abstenciones culpables, sean los que emplea hoy la oposición para desacreditar una intervención excesiva. Un “juicio de la prudencia” tanto más deshonesto cuando se produce “una vez replegada –al menos provisionalmente- la epidemia y disipada –al menos en parte– la incertidumbre científica”.

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