Elecciones en Bielorrusia: “¿Alguien se cree de verdad que será elegida accidentalmente la persona equivocada?”

En el escenario mundial de la atención mediática, nada superará la toma de posesión de Donald Trump en las próximas semanas. Las elecciones presidenciales que esperan al líder bielorruso Alexandr Lukashenko no serán competencia con las del presidente estadounidense, pero para la región, y sobre todo para la propia Bielorrusia, es un evento importante.

Publicado en 22 enero 2025

En principio, las elecciones estaban previstas para el verano, pero el Gobierno de Alexandr Lukashenko decidió adelantarlas a enero. Los politólogos y comentaristas plantean dos explicaciones. La primera es que el clima invernal reducirá la posibilidad de que se celebren protestas. Tras la violenta represión de las protestas que siguieron a las elecciones presidenciales de 2020 y que Lukashenko no ganó, las posibilidades de que se produzca una movilización masiva para celebrar reuniones públicas son escasas de todos modos. Pero Lukashenko es un dictador en plena paranoia avanzada, por lo que prefiere no correr riesgos.

La segunda explicación es que quiere un mandato renovado en preparación para las próximas negociaciones cuyo objetivo es poner fin a la guerra de Rusia en Ucrania. Lukashenko no oculta su deseo de participar en las conversaciones. Es consciente de que determinarán el estatus de Bielorrusia en la realidad de posguerra y, por lo tanto, su futuro personal. Lukashenko considera estas elecciones como un intento de restablecer y cerrar por fin el capítulo que se abrió en las elecciones de 2020 y las luchas que las acompañaron, afirma el respetado analista político bielorruso Artiom Shrajbman en una entrevista en New.org.pl.

Por toda Bielorrusia se pueden ver los preparativos para las elecciones. Hay cinco candidatos, pero a casi nadie le importan cuatro, ya que solo contará uno. Firmar la petición oficial a favor del “candidato principal” era obligatorio, no solo en las oficinas gubernamentales, sino también en las empresas privadas. Se elaboraron listas de los que se negaron a firmar su apoyo a Lukashenko.

Paralelamente, el régimen de Lukashenko envía señales tentadoras que podrían interpretarse como un deshielo o como un acercamiento a Occidente. Un ejemplo de ello fue el caso de Viktor Babaryka, candidato a las elecciones presidenciales de 2020, y Maria Kalesnikava, su colaboradora más cercana. Tras la detención de Babaryka, Kalesnikava siguió apoyando la campaña de la [verdadera ganadora] Svetlana Tikhanovskaya hasta junio de 2021. Ambos cumplen largas condenas en cárceles bielorrusas y durante dos años no se ha producido contacto con ellos.

Se temía por su salud e incluso por su vida. En noviembre, el régimen permitió a Kalesnikava ver a su padre, que posteriormente habló con los medios de comunicación. Y, en enero, Roman Protasevich, en su día cofundador del medio de comunicación opositor Nexta y hoy propagandista del régimen tras ser secuestrado y destrozado por los servicios de seguridad bielorrusos, publicó imágenes del encarcelado Babaryka.

Mientras tanto, Lukashenko ha firmado varias amnistías que han liberado a decenas de personas que cumplían condenas políticas más cortas. En una reunión con estudiantes, el fiscal general, Andrej Szwed, afirmó que todos los sospechosos de actividades terroristas o extremistas (léase: políticas o sociales) ya han sido juzgados o sus juicios están en curso. En otras palabras, ya no hay nadie a quien reprimir. El comentario causó sensación, pues parecía indicar que acababa un periodo de terror político.

Un estado de cierta agitación

Algo que, por supuesto, sería una ilusión. El régimen de Minsk no va a renunciar a sus métodos represivos de la noche a la mañana porque son los que le mantienen en pie. Como preparación para las elecciones, el Gobierno ha modificado las normas sobre custodia de menores, lo que le permite confiscar a los hijos de padres demasiado activos políticamente. Y los antiguos presos políticos están recibiendo citaciones de los servicios de seguridad para mantener “conversaciones preventivas”.

Bielorrusia se encuentra en un estado de cierta agitación. Se celebran “marchas de la unidad” con los colores nacionales verde y rojo. Blogueros y tiktokers famosos y a favor del régimen escenificaron un “flashmob” con el lema “Nado!” (“¡Es necesario!”), para hacerse eco de una frase de Lukashenko (“Si el pueblo lo considera necesario, volveré a presentarme a la presidencia”). En el medio independiente CityDog.io, los bielorrusos que viven en Bielorrusia (esta vez no será posible votar desde el extranjero) comentaron sus impresiones sobre los próximos comicios. Esto es lo que opina Angelina de Minsk:

“Las elecciones se anuncian por todos lados, lo que resulta bastante gracioso, dada la evidente inutilidad del acontecimiento. En los últimos meses ha llegado a mi buzón propaganda 'discreta', es decir, periódicos que describen lo maravillosas que son nuestras vidas, con esta sugerencia: 'Vota para que siga así'. Sinceramente, no entiendo por qué se gasta dinero en esto. ¿Alguien se cree de verdad que será elegida accidentalmente la persona equivocada?”

“La mayoría de las personas se han vuelto lo más indiferentes posible. La gente que conozco solo ha hablado de las elecciones en términos de si tiene sentido votar en contra de todos los candidatos o si incluso eso ‘legitima’ lo que está sucediendo. Personalmente, no creo que votar en unas elecciones legitime nada en sí mismo, así que, si alguien quiere expresar su opinión, me parece bien. Aunque no esperaría que tuviera ningún impacto”.

“No creo que alguien espere algo de las elecciones. Hay una leve esperanza de que se produzca algún tipo de deshielo después, pero es difícil que eso ocurra”.

¿Qué más sucede en Europa del Este?

Desde el 1 de enero no hay gas y, por tanto, tampoco calefacción, en Transnistria. La región separatista moldava también ha sufrido cortes de electricidad durante horas. La crisis energética se desencadenó indirectamente por la decisión de Ucrania de cancelar su contrato con Gazprom para el tránsito de gas ruso a finales del año. Rusia sí tiene rutas de suministro alternativas a Transnistria, una sospechosa dependencia que se forjó durante la guerra de 1992. Sin embargo, ha optado por no utilizarlas, con lo que se ha generado una grave crisis humanitaria en el Estado paria.

Por lo tanto, el Kremlin es el orquestador de la situación actual, que parece haber planificado en varias fases. Su objetivo en última instancia es perjudicar al Gobierno moldavo proeuropeo unos meses antes de las elecciones parlamentarias del país. Después de todo, Moldavia, al otro lado del río, ha estado comprando electricidad producida en Transnistria a partir del gas ruso gratuito (¡sic!). Ya en 2022, el Gobierno de Chisináu se aseguró el suministro alternativo de electricidad desde Europa, por lo que Moldavia no corre el riesgo de sufrir una escasez de electricidad. El problema es que la electricidad europea es bastante más cara. A los moldavos no les gustará la perspectiva de nuevos aumentos de tarifas. Así pretende el Kremlin desestabilizar a Moldavia e incendiar su política doméstica.

El Gobierno populista de Eslovaquia se está desviviendo en sus acercamientos a Putin. El ir y venir de delegaciones oficiales de Bratislava a Moscú es incesante y la retórica del Gobierno y del nuevo presidente eslovaco hacia Ucrania es cada vez más beligerante.

En momentos así, la actitud de Simon Omanik, un estudiante que quedó tercero en la Olimpiada Europea de Matemáticas, reconforta un poco. Cuando le invitaron al palacio presidencial para una ceremonia de entrega de premios, Omanik acudió con un lazo amarillo y azul en la solapa de la chaqueta y se negó a estrechar la mano del presidente Peter Pellegrini. Si aún no lo ha visto, no se pierda la escena aquí.

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