El plan de austeridad griego y el consiguiente rescate activado por la UE y el FMI nos retrotraen al mito de la caverna de Platón: “Los europeos somos esclavos desde nuestro nacimiento y solo podemos mirar las sombras de los objetos que desfilan en manos de los sirvientes por encima del muro”, escribe John Müller en El Mundo. Las sombras representan la situación griega, cuya realidad es bien distinta.
John Müller diagnostica cuatro “paradojas” en el salvamento heleno. Primero, con un déficit del 10% y una deuda del 150%, Grecia está en quiebra: aun privatizando todos los activos estatales los números griegos seguirían en rojo; segundo, la participación “voluntaria” que Merkel y Sarkozy pidieron a la banca en el rescate finalmente es “obligatoria”: la deuda se reestructurará generosamente.
Tercero, Grecia no hace sus deberes: hace un año recibió, en vano, 110.000 millones de euros; cuarto, el rescate ahoga al país mediterráneo: la subida impositiva provocará una evasión fiscal. Razones que dan pie a la sospecha de que “la mayoría de los griegos y de los europeos”, concluye Müller, “seguimos cegados por el sol”.
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Opinión
Sí a la austeridad general
“ναί!”, “¡Sí!” en griego, titula Die Presse al día siguiente de la votación, en la que los diputados griegos adoptaron la primera parte del plan de austeridad de 78.000 millones de euros que debe salvar al país de la quiebra. Este “sí”, afirma el periódico de Viena, va mucho más allá de Grecia: según este diario, “implantar recortes radicales es la única salida” para los demás países europeos que podrían ir también a la quiebra (Portugal, Irlanda o España, incluso Italia). “Las protestas son violentas”, admite Die Presse, “pero la obligación de introducir recortes es inevitable. Los Gobiernos se hunden pero los nuevos, que hasta entonces jugaban el papel de fieros opositores, se ven obligados a poner en práctica las mismas políticas que sus predecesores tuvieron que abandonar. Se enfrentan todos a unas estructuras oxidadas, a una función pública inflexible e ineficaz, a privilegios y sinecuras defendidos desde hace demasiado tiempo por sus titulares y a sistemas sociales que ya no son viables”.
El Frankfurter Allgemeine Zeitung también rinde homenaje al “ejemplo griego” y en particular al primer ministro ateniense: “Ningún primer ministro desea pagar el precio que el Gobierno de Papandreu se ve obligado a pagar”, escribe también el periódico alemán. “El Gobierno griego ha tenido que abandonar la soberanía nacional en una medida que supera de lejos lo habitual y lo necesario para un Estado miembro de la Unión Europea. Desde hace meses, los representantes del pueblo griego, a pesar de haber sido elegidos para ello, ya no pueden tomar decisiones cruciales de forma independiente”.