"Dexia divide a Bélgica", titula de Standaard refiriéndose al rescate del banco franco-belga, al borde de la quiebra. El diario flamenco explica que el caso representa una nueva "manzana de la discordia" para la política belga, ya que enfrenta a las tres regiones del país (Flandes, Valonia, Bruselas capital) con el Gobierno federal. Dirigidos por el ministro-presidente de la región flamenca, Kris Peeters, los líderes de las regiones quieren que Dexia sea dividida en tres partes (una parte belga, una parte francesa y un "banco malo" para los activos "tóxicos") para proteger a la rama belga. Un proyecto que contaría con el apoyo de los accionistas belgas y franceses, pero no del Gobierno federal, partidario de una nacionalización del Dexia Bank Belgique. En De Morgen, el responsable de la sección política, Steven Samyn, opina que "aquí, como siempre, encaramos el combate dispersos", contrariamente a los franceses, que son "generalmente bien organizados [...] y ese es el caso hoy también. [...] Desde el Eliseo deben sonreir al escuchar las discusiones entre belgas. Decimos que la unión hace la fuerza [el lema de Bélgica], pero hoy; en París dicen probablemente "la unión hace la farsa".
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