“Bombas italianas sobre Libia a cambio de la ayuda de Francia con la problemática de la inmigración”, así resume la editorialista Lucia Annunziata en La Stampa el trasfondo del acuerdo firmado ayer en Roma entre el jefe de Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Un trato aparentemente razonable, pero en el que, según apunta Lucia Annunziata, “los italianos asumen la carga más pesada” porque se han comprometido a participar en los ataques de la OTAN sobre Libia. París, por su parte, se ha limitado a formular “vagas promesas” de una reforma de los acuerdos de Schengen. Sin embargo, sigue habiendo un punto de discordia en las relaciones económicas: frente a la ofensiva de las empresas francesas sobre los méritos de la industria italiana, Berlusconi ha puesto de lado el patriotismo económico italiano y aboga por la creación de grandes grupos franco-italianos. A cambio, Sarkozy ha asegurado a Il Cavaliere que apoyará la candidatura del gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi, para dirigir el Banco Central Europeo.
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