El sistema de control instalado en las fronteras lituanas de la región de Kaliningrado [enclave ruso situado entre Polonia y Lituania] ha facilitado en gran medida el trabajo de la guardia fronteriza. El año pasado, en el distrito de Viesvile [una ciudad fronteriza en el oeste de Lituania], las autoridades se incautaron de 200 veces menos cigarrillos de contrabando que hace cinco años y sólo detuvieron a un traficante.
Pero eso no significa que tengan que bajar la guardia, ya que, gracias a unos medios de transporte sofisticados y al trabajo de vigilancia que garantizan los niños, los contrabandistas pueden esfumarse en cuestión de minutos. Los profesores de la región cuentan cómo algunos de sus alumnos reciben llamadas durante las clases. Se marchan y simplemente desaparecen para hacer su turno de vigilancia.
Los adolescentes vigilan las rutas y los movimientos de los guardas fronterizos y señalan el trayecto a los contrabandistas, gracias a los teléfonos que éstos les proporcionan. A continuación, un coche recoge a los jóvenes y les lleva a sus casas. Al principio, los delincuentes empleaban a niños de Viesvile, pero ahora les reclutan también por otras zonas. “Al ver a niños desconocidos, comprendimos que estaba sucediendo algo”, explica el alcalde de Viesvile, Valentinas Kucinas.
Sin embargo, desde hace dos años, el número de jóvenes reclutados empezó a disminuir. A lo largo del río Niemen se ha instalado una decena de cámaras de vigilancia con termovisión. A cualquier hora del día, los guardas fronterizos pueden vigilar la frontera y sus inmediaciones y decidir si envían una patrulla, ante la mínima sospecha de movimiento. Si los adolescentes aún no tienen 16 años, sus padres reciben una multa administrativa por no controlar a sus hijos.
“No existe ningún sistema infalible”
Se llama a los padres para que vayan a recoger a sus hijos. Pero a veces, los policías no encuentran a nadie a quien llamar, cuando los niños proceden de familias en riesgo o sus padres se han marchado al extranjero a trabajar. Entonces tienen que encontrar a los hermanos o a los tíos. A menudo, los padres están en paro y el hijo constituye la principal o incluso la única fuente de ingresos de la familia.
El trabajo de vigilante se paga con hasta 100 litas (28 euros). Se puede ganar aún más al llevar una caja llena de cigarros desde la orilla hasta el coche. Los traficantes pueden permitirse estos gastos, aunque se repartan los beneficios varias personas, ya que el paquete de cigarros en Kaliningrado cuesta alrededor de 2,5 litas (70 céntimos de euro), mientras que en Lituania, el paquete llega actualmente a las 6,5 litas (1,90 euros).
B. Burzdzius, que dirige el puesto de Viesvile, afirma que cada vez es más difícil encontrar cigarros con indicativos rusos. El contrabando procedente de Bielorrusia es el que ahora está cobrando mayor importancia y toma la vía fluvial del Niemen. Y a pesar de las cámaras, el tabaco sigue llegando a Lituania.
Para realizar los envíos, los traficantes ya no actúan de noche como antes, sino que sobre todo tienen en cuenta las condiciones de visibilidad. Porque las cámaras no ven peor cuando es de noche, sino cuando hay niebla. “No existe ningún sistema infalible con el que podamos protegernos definitivamente", suspira Burzdzius. "Desde el momento en el que el operario advierte la presencia de un infractor y el fin de la operación de carga en el coche, pasan como mucho cinco minutos. Y ellos están a 20 kilómetros de nosotros…”.
Cifras
El contrabando disminuye con las nuevas tecnologías
Las estadísticas del servicio de vigilancia fronteriza demuestran que desde que se instalaron las nuevas cámaras, el contrabando de tabaco ha disminuido considerablemente. En 2007, los guardas fronterizos de Viesvile se incautaron de más de 600.000 paquetes de cigarrillos, mientras que en 2010, el año de la instalación del nuevo sistema, sólo se incautaron de 59.000 paquetes y el año pasado, únicamente de 3.000.