Por muy poco: así es como mejor se puede describir la victoria de Karol Nawrocki (independiente, pero respaldado por el partido de extrema derecha Ley y Justicia, PiS) en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales polacas celebradas el 1 de junio. Con un 50,89 % de los votos, se impuso por muy poco a su adversario Rafał Trzaskowski (PO, centroderecha, 49,11 %).
La participación fue del 71,63 %, una tasa superior a la de la primera vuelta (67,31 %), pero inferior a la de las elecciones legislativas de 2023, cuando el PiS perdió el poder frente a la coalición liderada por Donald Tusk (más del 74 %).
Esta pequeña diferencia electoral revela la polarización de la sociedad polaca. A pesar de que la población está dividida en cuestiones como la guerra de Ucrania, las relaciones con la Unión Europea y la cuestión de defensa en la OTAN, la incapacidad del Gobierno proeuropeo de Tusk para mantener ciertas promesas electorales perjudicó los resultados de Trzaskowski. La llegada de un nuevo presidente conservador podría complicar aún más la vida del (ya muy criticado) ejecutivo liberal.
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