El partido Ley y Justicia (PiS, ultraconservador) de Jarosław Kaczyński, que ha estado al poder en Polonia desde 2015, encabezó las elecciones legislativas del 15 de octubre con un 35,38 % de los votos (194 escaños de 460 en el Sejm, la cámara baja). No obstante, perdió su mayoría absoluta contra la oposición conformada por la Coalición Cívica (KO, centro, liderada por el expresidente del Consejo Europeo Donald Tusk), con un 30,70 % de los votos (157 escaños), la Tercera Vía (centro, 14,40 % de los votos, 65 escaños) y la Izquierda (8,61 %, 26 escaños). Por su parte, la Confederación (extrema derecha) obtuvo un 7,16 % de los votos y 18 escaños.
Los polacos se desplazaron en masa para votar: la tasa de participación en estas elecciones – superior al 74 % – es la más elevada desde el fin del comunismo. La campaña estuvo dominada por los temas de la inmigración, la guerra en Ucrania y los derechos de las mujeres. Por fin, los eurófilos polacos han podido respirar, tras los ocho años de reinado nacionalista del PiS, que presenciaron un enorme paso atrás del Estado de derecho en el país y una relación particularmente tensa con la Unión Europea.