Estimaciones recientes del Banco Mundial indican que los gitanos le cuestan cada año a la República Checa nada menos que 16.000 millones coronas. Pero hay que decir que no son tanto los gitanos como su “inadaptación” a la sociedad. Según los expertos, la causa principal de este fenómeno es el nivel de enseñanza inferior al normal que reciben la mayoría de los niños gitanos, razón por la cual, no tienen ninguna opción de encontrar un empleo decente. Y en consecuencia el Estado pierde dinero, pues los gitanos sin trabajo no crean valor económico, no pagan impuestos y perciben ayudas sociales. La cifra adelantada por el Banco Mundial no tiene en cuenta los “costes anexos” generados por la precaria calidad de vida de los gitanos excluidos, el aumento de las tensiones sociales, los conflictos étnicos, la criminalidad, etc.
Hace ya casi 20 años que las organizaciones no gubernamentales tanto nacionales como internacionales alertan sobre el hecho de que un número exagerado de niños gitanos se encuentran escolarizados en escuelas especiales. Esta realidad ha sido recientemente confirmada por el primer estudio sociológico encargado por el Ministerio de Educación checo. El 30% de los niños gitanos asisten a escuelas para discapacitados mentales. La tasa se sitúa alrededor del 2% si nos referimos a los hijos de checos blancos, lo cual se ajusta a la media mundial. La gran mayoría de los demás niños gitanos asisten a “escuelas gitanas”, donde los resultados no son mucho mejores que en las escuelas para discapacitados mentales.
La población presiona
En Brno, la segregación escolar es un asunto muy conocido por la población local. Pero la entidad encargada de gestionar las escuelas —el ayuntamiento de Brno— ignora por completo esta realidad. Según el consejero municipal, no hay “clases para gitanos” y “clases para blancos”, sino que cada niño asiste a la escuela que le corresponde en función de su domicilio. La presión popular para aumentar la segregación es cada vez más fuerte: las familas blancas de Brno, al igual que en todos los demás lugares de la República Checa, piensan simplemente que los niños gitanos son más tontos e indisciplinados que los suyos y más propensos a la violencia. Y tal como escriben los autores de una petición, “ya es mucho que debamos vivir con ellos, por lo menos pedimos que no tengamos que encontarnos con ellos en la escuela”...
La presión segregacionista va ligada a otra realidad: cada año, casi un tercio de los niños gitanos no tienen posibilidad de asistir a una escuela elemental “gitana” y, tras obtener un diagnóstico de discapacidad mental, son dirigidos hacia una escuela llamada “especializada”. Esto es una peculiaridad checa. La República Checa cuenta con cuatro veces más alumnos en escuelas especiales que Austria, y cien veces más que Suecia. El porcentaje de gitanos checos “retrasados mentales” es diez veces superior a la tasa normal. Hay dos explicaciones posibles para este hecho: o bien los gitanos checos son menos inteligentes que los de otros países, o bien nuestra sociedad es racista y los condena sistemáticamente desde la infancia a un estatus marginal.
Un frío cálculo económico
El psicólogo Petr Klíma trabaja desde hace más de treinta años en un consultorio psicológico para niños, del que es actualmente director. Son consultorios como el suyo los que recomiendan la orientación de estos niños hacia las escuelas especiales. De acuerdo con su experiencia, Klíma afirma que “los niños gitanos fracasan masivamente en los tests. No me lo invento yo, es un hecho, el 80% está en el límite del retraso mental”. Según Klíma, las familias gitanas deberían estar agradecidas por la existencia de escuelas especiales, pues gracia a ellas sus hijos pueden adquirir una alfabetización básica.
Por toda la República Checa hay consultorios que dispensan los mismos consejos que el de Klíma. “Pienso realmente que la mayoría de mis colegas hacen estas recomendaciones de buena fe”, estima Jana Zapletalová, psicóloga y directora del Instituto de Consulta Psicológica. “Es algo que debemos cambiar. Pero no será fácil.” Para Zapletalová, este cambio de métodos pasa por una transformación de las escuelas primarias. Es ante todo indispensable aumentar su presupuesto para crear clases más pequeñas, formar a los profesores y tratar a los niños de manera individualizada. No debemos olvidar el frío cálculo económico que demuestra que cada año la República Checa pierde 16.000 millones de coronas por culpa de un sistema de educación que genera miles de parados. En este sentido, invertir miles de millones de coronas en la mejora del sistema educativo parece una decisión razonable desde el punto de vista económico, pues promete que la inversión dará beneficios.