Ján Sokol, cuando era arzobispo de Bratislava-Trnava (Eslovaquia), en 2007. Foto : Jozef Gálik.

La Iglesia frente a su propio pasado

¿Debería el ex arzobispo de Bratislava dar explicaciones sobre sus vínculos con la policía política comunista? Después de conocer las revelaciones de la prensa, los eslovacos ponen un punto final al tabú del pasado turbio de la jerarquía católica.

Publicado en 2 junio 2009 a las 15:19
Ján Sokol, cuando era arzobispo de Bratislava-Trnava (Eslovaquia), en 2007. Foto : Jozef Gálik.

La cuestión de la colaboración de los miembros de la Iglesia con el régimen comunista y la policía secreta es un tema tabú en Eslovaquia. El exarzobispo de Bratislava, Ján Sokol quien dejó recientemente su cargo, representa personalmente el rechazo y la incapacidad de la Iglesia católica eslovaca de enfrentarse a las páginas más oscuras de su propio pasado -la etapa del Estado eslovaco fascista y de la Checoslovaquia comunista.

Ha sido el semanario Týždeň el que hace pocos días ha publicado el último asunto que pone en entredicho a este prelado tan controvertido. En 1998 Sokol habría efectuado una transferencia de quinientos millones de coronas eslovacas a la cuenta de su hombre de confianza y antiguo agente de la StB (la Seguridad del Estado checoeslovaco), Stefan Náhlik. De hecho, este antiguo novicio de la orden secreta de los franciscanos, colaboraba ya con la StB desde 1982, actuando así en contra de sus correligionarios. Fue un informador clave de la policía secreta durante la fase de preparación de la operación Vir (torbellino) contra los mismos franciscanos. Según este periódico, Sokol habría reunido una tal suma de dinero a través de la venta de terrenos pertenecientes a la Iglesia. ¿Cuál es la explicación de esta transferencia?¿Dónde fue a parar este dinero? Estas dos preguntas se han quedado sin respuesta y Sokol ha rechazado en bloque todas las acusaciones.

Este asunto, por mucha repercusión que haya tenido en Eslovaquia, no ha sorprendido a nadie. El único cambio sustancial radica en la reacción de la Iglesia, que esta vez ha considerado que se trataba de informaciones importantes sobre las cuales se debía investigar. Según los medios eslovacos el mismo Vaticano estaría siguiendo de cerca el asunto.

Para la Iglesia eslovaca la partida de Sokol sería sin duda alguna, un alivio. Sokol representa una de las manchas más resistentes, además de una de las más nocivas para su reputación, ya bastante maltrecha. Sokol se convirtió en obispo durante los anos 80 con el acuerdo del régimen comunista, al mismo tiempo que figuraba en las listas de agentes de la Seguridad del Estado. Según los documentos publicados por el diario SME, Sokol era un agente secreto que proporcionaba valiosas informaciones para la Seguridad del Estado a cambio de dinero. De igual manera, durante la Segunda Guerra mundial, estuvo comprometido y fue colaborador del régimen fascista eslovaco dirigido por su colega“ (padre) Jozef Tiso.

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¿Cómo pudo este hombre continuar con éxito su carrera en el seno de la Iglesia después de los sucesos de noviembre de 1989? ¿Y por qué las instituciones católicas lo han apoyado hasta el momento? Podemos encontrar una explicación a estas preguntas a partir del mito cultivado por la Iglesia católica eslovaca, según el cual fue ella misma la oponente más feroz al totalitarismo y al mismo tiempo, su principal víctima. Con esto queda todo dicho. El asunto de la colaboración de los miembros de la Iglesia con el régimen comunista y la policía secreta es un tema tabú. La sociedad en su mayoría, así como la casi totalidad de la clase política se aferran a esa misma línea de pensamiento.

La Iglesia eslovaca se distingue de la Iglesia checa por su influencia y goza de una imagen positiva en términos generales. Eslovaquia está tradicionalmente considerada como un país católico. Según el último censo, cerca del 80% de sus habitantes se declaran católicos. A pesar del valor puramente informativo y limitado de este dato (sólo una minoría de este porcentaje son católicos practicantes), los políticos en su gran mayoría desean mantener relaciones cordiales con la Iglesia: sea porque están de acuerdo con ella o porque temen la influencia que ésta pueda tener sobre los votantes.

Además, la Iglesia católica representa en la conciencia colectiva un elemento fuerte y positivo de la imagen que Eslovaquia tiene tradicionalmente de ella misma. Pero es justamente esta posición de intocables lo que constituye el principal obstáculo para enfrentarse con honestidad a su pasado y de purificarse, apartando a hombres como el arzobispo Ján Sokol.

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