“¿A dónde nos conducirá la ‘Eurozjady’ (un neologismo en polaco de ‘europeo’ y ‘parásito’)?”, se pregunta el semanario conservador Uważam Rze al hablar de la “casta” que trabaja en las instituciones de la UE. No sólo disfrutan de la abundancia (salarios extraordinariamente altos, reembolsos, complementos y más que generosos finiquitos), sino que además dice hacerlo “por el bien de todos nosotros, los europeos”.
[…] En las dos últimas décadas, los burócratas en Bruselas han construido un amable y acogedor nidito, en el que viven prósperamente y sin estrés. Un funcionario de la UE ha señalado que: ‘En Bruselas no se sabe qué es una depresión’.
Además de los numerosos privilegios y extras, los eurócratas también están protegidos por una “inmunidad blindada” contemplada en los tratados de la UE (por lo tanto, prácticamente irrevocables dado que un cambio significaría tener que renegociar los tratados), lo que les garantiza la inmunidad no solamente mientras estén desempeñando su cargo, sino también después.
Quienes tienen la suerte de trabajar para la UE no tienen que preocuparse por la pobreza. La UE gasta su dinero a la ligera, sin prestar ninguna consideración al coste que supone o a la opinión pública.