Es un balance sin concesiones del doble mandato de José Manuel Barroso a la cabeza de la Comisión Europea el que realiza Jean Quatremer. Para el corresponsal europeo de Libération, uno de los que cuenta con mayor experiencia en Bruselas,
Barroso comenzó su primer mandato a la cabeza de la Comisión, en 2005, con el doble no francés y holandés al proyecto de Constitución europea. Termina el segundo con un Frente Nacional que consigue un 25% en Francia y partidos euroescépticos que han brotado por todas partes como champiñones.
“Raros, muy raros serán los que sentirán que abandone el piso 13 de Berlaymont, sede de la Comisión Europea en Bruselas, el próximo 3 de noviembre”, escribe, acusando “al que se ha dicho desde 2004 ‘al servicio de los Estados’” de nunca haber “sido la fuerza de propuesta que habría permitido a la Unión evitar o superar los escollos”, ni “para reforzar políticamente a Europa, más bien al contrario”.
Para el periodista francés, ”el empeño” de Barroso
para defender hasta el final la propuesta de directiva Bolkestein, hasta el no francés del que lleva una parte no despreciable de responsabilidad, ha hecho más por debilitar la Unión que los «no» repetidos de la dama de hierro, Margaret Thatcher… Aun más, cuando Barroso lamenta ante el Parlamento la falta de preparación de la zona euro en la crisis de las deudas públicas para explicar tres años de descontrol, olvida que es un militante convencido de la desreglamentación.
En la crisis del euro,
[[nunca la Comisión ha tomado la iniciativa: de Ejecutivo, se han convertido, bajo el reinado de Barroso, en simple secretariado de los Estados miembros]]. Los raros momento de valentía del ex primer ministro portugués, es decir, cuando se ha acordado de que disponía del monopolio de la iniciativa, nunca han resistido largo tiempo al fruncido de cejas de los Estados miembros.[…] La mayoría de las veces ha dado marcha atrás incluso antes de ir hacia adelante: así, todavía se espera su propuesta de modificaciones de los tratados destinada a reforzar la Unión y democratizar su funcionamiento, una promesa formulada hace más de un año…
Además de haber logrado la hazaña de parecer aún más timorato que el presidente del Consejo Europeo de los jefes de Estado y de Gobierno, el, sin embargo discreto Herman Van Rompuy”, Barroso habría sido “incapaz” de “construir relaciones de confianza con sus pares”, los jefes de Estado y de Gobierno y
se ha agotado, en el curso de los cinco últimos años, en empeñarse para que Van Rompuy se convierta en la única cara de la Unión en el plano exterior, colgándole en todos sus desplazamientos internacionales. […] nunca ha estado en el origen de la extraordinaria profundización de la Unión a la que hemos asistido en los últimos años. Incluso la Unión Bancaria, este salto federal sin precedentes lanzado en junio de 2012, no fue una idea de la Comisión.
“Y qué decir de su gestión de los programas de austeridad puestos en marcha en los Estados de la periferia de la zona euro?”, según el cual
La Comisión, mostrándose aún más rigurosa que el FMI, ha dado prueba de una total ausencia de sentido político, y Barroso ni siquiera ha osado hacer frente sobre el terrenos a los países que se han visto obligados a cortar en su gasto público.
“Finalmente, para cerrar este largo, demasiado largo, reinado”, termina el periodista,
Para complacer a los norteamericanos (pues esperaba hacerse con un puesto internacional, en la OTAN o en la ONU), Barroso lanzó en 2013 la negociación de un tratado de librecomercio con los Estados Unidos (Tafta), en plena crisis económica y cuando las opiniones públicas cada vez tienen más dudas de los beneficios de la globalización. No podía dar mejor argumento a los euroescépticos a un año vista de las elecciones europeas...