Rosa yJosepha Blažek, "Las gemelas bohemias". Carta postal (detalle), hacia 1895.

Las hermanas gemelas que crecen

Hace diecisiete años, los checoslovacos estaban de luto por la desaparición de un Estado de nombre largo e híbrido. Los eslovacos desaprovecharon los cinco primeros años de independencia, pero al poco tiempo sacaron adelante grandes reformas. Mientras que los checos estaban sumidos en luchas internas, sus “hermanos” eslovacos espabilaron y adoptaron el euro. Hoy en día, algunos eslovacos afirman con orgullo que es la primera vez que consiguen ir por delante de los checos.

Publicado en 13 agosto 2009 a las 15:53
Rosa yJosepha Blažek, "Las gemelas bohemias". Carta postal (detalle), hacia 1895.

Katarína Sabová, estudiante eslovaca de Relaciones Internacionales en la Universidad Carolina de Praga, nos cuenta lo chistoso que les resulta a los eslovacos cómo pronuncian los checos “me voy al monte” o lo mucho que utilizan la exclamación malsonante “vole” [puta]. Menos gracioso resulta comprobar que, desde que se produjo la desintegración de Checoslovaquia, los checos han perdido el interés por la nación hermana. Para muchos checos, Eslovaquia sigue siendo ese hermano pequeño que no termina de espabilar. Según el último censo, hay 193.000 eslovacos en la República Checa, lo que les convierte en la minoría extranjera más importante del país. En Eslovaquia, al contrario de lo que ocurre con la minoría eslovaca en el territorio checo, los checos son cada vez menos numerosos y ocupan una discreta tercera posición, por detrás de los húngaros y la población gitana.

La mayoría de los checos que viven en Eslovaquia siguen utilizando su lengua materna, aunque puedan haber pasado décadas desde que llegaron, algo que contrasta con la cantidad de eslovacos residentes en la República Checa que dominan a la perfección el checo, incluida la difícil pronunciación de la letra ‘ř ‘. El Estado checoslovaco ha pasado a la historia, pero Checoslovaquia, un espacio centroeuropeo al que dan cohesión lazos culturales, familiares y económicos, sigue bien viva.

La economía eslovaca, más sólida

Por entonces, hace 17 años, las noticias de los periódicos eran mucho menos alentadoras. La federación checoslovaca desaparecía en el verano de 1992. El 17 de julio, un escaso centenar de personas se concentraba frente al edificio del Consejo Nacional Eslovaco con banderas y pancartas: “¡Viva Eslovaquia! ¡Viva Mečiar!”.

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“Con Vladimír Mečiar —el primer jefe de gobierno de la Eslovaquia independiente— perdimos 5 años. Luchamos por conservar un régimen democrático y liberal. Después llegó el cambio”, afirma Grigorij Mesežnikov, director del Instituto de Asuntos Públicos (IVO). Las reformas emprendidas por el gobierno de Mikuláš Dzurinda son la base de un fuerte crecimiento económico, del que se ha beneficiado la clase media superior principalmente. Junto a las fábricas de los tiempos del comunismo y de la industrialización eslovaca se levantan hoy centros empresariales, centros comerciales, parques acuáticos y polígonos industriales, distintivos del capitalismo moderno.

La impecable capital, Bratislava, se ha convertido en el símbolo de la confianza en sí mismos que se han labrado los eslovacos en el ámbito económico. Detrás del casco antiguo, convenientemente renovado, se alzan varios rascacielos. Cualquiera que haya conocido la triste ciudad de provincias que fuera Bratislava durante el periodo comunista, hoy se quedaría asombrado.

La República Checa, más rica culturalmente

El economista Pavol Kárász, miembro de la Academia Eslovaca de Ciencias, se oponía antiguamente a la división del mercado checoslovaco, que contaba con 15 millones de consumidores. Hoy estima que la separación ha sido beneficiosa para ambas partes: “Se acabaron las disputas, siempre estériles y dañinas, sobre a quién le toca pagar esta vez, ¿a los checos o a los eslovacos? La transparencia que rige las relaciones en la actualidad beneficia indudablemente a ambas economías. La introducción del euro en Eslovaquia ha aumentado la autoestima de los eslovacos. Por fin hemos conseguido ir por delante de los checos en algo”.

Mientras que las noticias de Eslovaquia no suelen tener repercusión en la República Checa, los eslovacos siguen con atención lo que ocurre en el país vecino. En Eslovaquia, las gasolineras venden periódicos checos, los cines exhiben películas subtituladas en checo, los programas de la televisión checa tienen mucha audiencia y el principal telediario eslovaco tiene una sección diaria de noticias breves sobre la actualidad checa. No es de extrañar que haya más jóvenes eslovacos que entienden el checo que al revés. Para los checos, algunas palabras eslovacas muy distintas del checo, son una barrera lingüística imposible de salvar.

“La cultura checa sigue siendo más fuerte”, señala Grigorij Mesežnikov. “De hecho, la República Checa sigue siendo una referencia para muchos eslovacos”. Pavol Kárász va más allá: “En Eslovaquia, la producción intelectual es escasa, no se cultiva el debate, la confrontación de ideas; no hay cultura científica”. El economista se muestra preocupado por “la fuga de cerebros eslovacos” a las universidades checas.

Ya han pasado 17 años desde el desmembramiento, pero no se puede decir que Checoslovaquia esté del todo muerta. De hecho, la denominación “Checoslovaquia” está muy arraigada en muchos países, como pudimos comprobar en una encuesta a pie de calle realizada en Estocolmo con motivo del cambio de presidencia de la UE, momento en el que —recordemos— Suecia tomó el relevo de la República Checa al frente de la Unión. La mitad de los encuestados asoció el término Checoslovaquia con Entropa, la controvertida escultura presentada por el gobierno checo durante la presidencia, y con la acción del gobierno del antiguo primer ministro, también checo, Mirek Topolánek.

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