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Oleksandra Romantsova: “La ocupación rusa de Ucrania es como repetir a diario la masacre de Bucha”

¿Qué está sucediendo en los territorios ucranianos ocupados por Rusia? Desde 2014, la ONG ucraniana Center for Civil Liberties viene documentando las violaciones de los derechos humanos en los territorios sometidos a control ruso: muertes, desapariciones y torturas. Entrevista.

Publicado en 19 marzo 2025

Oleksandra Romantsova (1985) es economista y directora ejecutiva del Center for Civil Liberties en Ucrania (CCL). El Center for Civil Liberties fue uno de los galardonados del Premio Nobel de la Paz en 2022, compartido con la organización rusa Memorial y el activista bielorruso pro derechos humanos Alès Bialiatswki (que sigue encarcelado). El centro, liderado por Oleksandra Matviichuk, se ocupa de documentar los crímenes de guerra de Rusia, de prestar asistencia legal a ucranianos y de abogar por Ucrania internacionalmente.

Oleksandra Romantsova

Romantsova supervisa la documentación de los crímenes de guerra perpetrados por Rusia durante la invasión a gran escala de Ucrania y lidera el movimiento para llevar a Putin a los tribunales. Iniciativa que agrupa a defensores de los derechos humanos de diferentes partes de Ucrania, los cuales también están recopilando datos de los crímenes de guerra cometidos por el “sistema de Putin”.

Tal como dice Romantsova, “El responsable no es solo Putin, sino todo el sistema que lo respalda”.

Desde 2022, el Center for Civil Liberties ha denunciado más de 84 000 casos relativos a crímenes de guerra rusos, que incluyen desde asesinatos, violaciones y desapariciones, hasta graves infracciones de derechos humanos fundamentales. Se ha informado de la muerte de más de 7500 personas y más de 3000 han desaparecido. Durante la última década –es decir desde que Rusia se anexionó Crimea– la ONG ha recopilado testimonios de quienes han vivido en los territorios bajo control ruso. Hoy en día, Rusia tiene ocupado cerca del 20 % de territorio ucraniano. 

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Voxeurop: Su compromiso como defensora de los derechos humanos empezó durante las protestas del Euromaidán en 2013 y 2014, que hicieron caer al entonces presidente Viktor Yanukovych. ¿Puede contarnos algo más?

Oleksandra Romantsova: Trabajé como voluntaria en una línea directa, Euromaidán SOS, iniciativa que gestionaba por la noche. Durante el día trabajaba en BNP Paribas. Por la noche, colaboraba con los servicios de asistencia médica tras la violencia policial durante las manifestaciones. Fui al CCL para ayudar en tareas de traducción porque recibíamos llamadas de periodistas de todo el mundo pidiendo información.

En mayo de 2014 dimití en el banco en el que trabajaba y fui a visitar a Oleksandra Matviichuk para decirle que quería trabajar con ella. Me respondió que no había dinero para pagar a otra empleada, a lo que respondí, “Vale, ¿qué tenemos que hacer para ganarlo? Oleksandra me dijo que tendríamos que buscar financiación. Y eso fue lo que hicimos. Encontré un fondo por medio del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (UNDP): la primera solicitud que presentamos fue por crímenes de guerra e infracciones de derechos humanos en Crimea y el Donbás. Ese fue mi primer proyecto sobre derechos humanos.

¿Qué hizo usted?

Pude ir a Crimea para ver lo que estaba ocurriendo antes de que se cerrara la frontera con Ucrania. Luego iniciamos el desplazamiento hacia el Donbás. Por ejemplo, estuve en Donetsk dos días antes del llamado “referéndum” sobre la [independencia de la separatista] República de Donetsk.

Luego, añadieron los nombres de nuestros observadores a las listas en los controles de carretera: eso significaba arriesgar la vida. Y trabajamos en la llamada “zona gris”, la zona de control que todavía es “insegura”, digamos, donde se están produciendo los combates. Durante este tiempo, recopilamos pruebas. He estado en la “zona gris” más de 40 veces. Se trataba de misiones sobre el terreno con grupos móviles de abogados, periodistas, defensores de los derechos humanos y activistas; consistía en hablar con la gente y recopilar pruebas. Eso fue en 2014, 2015 y 2016.

En 2015 formamos una coalición con otras 17 organizaciones ucranianas, algunas de ellas de Crimea y el Donbás de donde tuvieron que huir: trabajar en la zona denominada Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk o en Crimea es imposible para las ONG. ¿Qué nos encontramos allí? Fosas comunes y cámaras de tortura.

¿Todo esto fue antes de 2022?

Sí, desde 2014 hasta 2022. Hemos documentado más de 20 000 crímenes de guerra entre 2014 y 2020.

¿Hoy ya no se puede entrar a estos territorios?

Nos resulta imposible. Desde 2017 no podemos ir a Rusia o a Bielorrusia. También es difícil para mí ir a países que tengan un acuerdo de extradición con Rusia, tales como Kazajistán, Azerbaiyán o Transnistria. Corro el riesgo de que me envíen a Rusia. Desde 2024, el CCL ha sido una organización prohibida [en esos países]. No somos los únicos; al menos ocho organizaciones de derechos humanos han sido prohibidas.

Para nosotros, la guerra dura ya 11 años, hay millones de víctimas y testigos de crímenes de guerra. Toda una generación de niños ha crecido en territorios ocupados. Algunos de ellos son ahora soldados del ejército ruso. Hay que entender que no es solamente cuestión de un cambio de bandera: las consecuencias son de mucho mayor alcance.

¿Quiere usted decir que los niños ucranianos de ayer son los soldados rusos de hoy?

El territorio del Donbás está compuesto por dos regiones con una población total de seis millones de personas en 2014. Algunas huyeron, Otras se quedaron. ¿Por qué? Porque sus padres estaban allí, porque no tenían casa ni lugar alguno al que ir. Cuando se ronda la cincuentena resulta muy difícil empezar una nueva vida en algún otro sitio. Muchas personas jóvenes se fueron, pero otras se quedaron. Y los niños nacidos después de 2014 siguen allí.


Cuando hablamos de la ‘ocupación’, nos referimos a un millón de personas que están sufriendo como víctimas de crímenes de guerra, secuestros, torturas, violaciones. Personas que van a parar a cárceles en Rusia


Lo mismo está sucediendo en Crimea. Quienes tenían 14-16 años en Crimea en 2014 ahora están integrando el ejército ruso. El problema es enorme: algunos ciudadanos ucranianos no existen en los registros de Ucrania. Rusia, por ejemplo, dejó de facilitar información sobre huérfanos en 2017. Y desde entonces no hemos recibido información alguna acerca de los huérfanos, hijos de ciudadanos ucranianos, que viven en este territorio. Comprenda usted que para nosotros no se trata solo de 2022.

¿Cómo ha cambiado su trabajo hoy en día?

Estamos tratando de calcular la identidad y el número de personas que hay en los territorios. Lo cual es difícil porque no tenemos acceso a los datos reales y Rusia no nos facilita ninguna información. En Donetsk, por ejemplo, usamos imágenes satelitales para calcular el tamaño del cementerio: hemos calculado que el cementerio de Donetsk triplicó su tamaño entre 2014 y 2016. Pero no sabemos de qué tipo de tumbas se trata. ¿Ciudadanos locales? ¿Ucranianos? ¿Soldados? No tenemos información.

Esta es una característica distintiva del ejército y el estado rusos hoy en día: no les importa la gente. Por ejemplo, no se molestan en devolver los cuerpos de los soldados rusos a sus familias. Existe la idea generalizada de que cada país piensa en su población, la cuida y busca la menor cantidad posible de muertes. Esto no es aplicable a Rusia.

Cuando hablamos de la “ocupación”, nos referimos a un millón de personas que están sufriendo como víctimas de crímenes de guerra, secuestros, torturas, violaciones. Personas que van a parar a cárceles en Rusia. Hemos encontrado 83 cárceles ilegales en los territorios ocupados. Y sabemos esto solo porque tenemos personas que han sido liberadas y que nos están informando de lo que pasa.Es importante comprender que todo esto es un modelo que se repite y que ahora estamos viendo en los territorios ocupados, pero que se remonta a 2014. Nuestros colegas rusos que documentaron crímenes de guerra en Chechenia en la década de 1990 y principios de los 2000, incluyendo [la organización] Memorial están trabajando para comparar cómo ha actuado el ejército ruso en Chechenia, Siria y Ucrania. Hay un patrón recurrente: no les importan los civiles, se producen crímenes de guerra. No respetan el estatus de los prisioneros de guerra.

¿Hay alguna diferencia entre 2014 y 2022?

En 2014 estalló la guerra en el Donbás. Y la proclamación de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk. A pesar de los riesgos, todavía se podía entrar en estos territorios. Había una frontera, aunque muchas personas fueron detenidas. Pero se podía pasar de Ucrania a Rusia a través de Polonia o Bielorrusia y luego desde Rusia a las denominadas Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk. Era un viaje muy largo y muy costoso, pero se podía hacer. Ahora, ya no se puede.

¿De dónde procede su información?

Obtenemos los datos sobre crímenes de guerra y otros delitos de dos fuentes principales. En primer lugar están quienes han huido y dan testimonio. O personas que nos ofrecen datos.

Por ejemplo, una profesora de cerca de Mariúpol que huyó a través de territorio ruso y nos trajo un pendrive con datos sobre sus alumnos para que tratáramos de entender dónde habían acabado. A veces podemos comunicarnos a través de canales seguros de internet y así obtenemos testimonios muy valiosos. La segunda vía, que realmente es muy importante, la constituyen los soldados rusos que están compartiendo muchas evidencias en las redes sociales y los canales de Telegram, pavoneándose de ello.

Conoce a Oleksandra Romantsova en nuestro Voxeurop Live, el martes 25 de marzo a las 13:00 h CET. 👉 Inscripción aquí

¿Qué nos puede decir acerca de los colaboracionistas?

Son personas que apoyan a Rusia o que venden por dinero información sobre la ubicación de sitios sensibles. A veces se trata de gente ingenua que escribió algo, que fue engañada o que se creyó la propaganda rusa. Será muy importante discutir esto después de la guerra. Hoy por hoy, la prioridad es la defensa. Cuando la gente nos pregunta “¿por qué están deteniendo a esas personas?”, la respuesta es que estamos en guerra y que la seguridad corre un gran peligro.

Esa es la razón de que cada vez sea más difícil defender los derechos humanos en estos días. Porque hay que equilibrar asuntos muy delicados, sin limitarse a hablar de derechos humanos. Es muy complicado.

¿Se puede describir la vida en los territorios ocupados?

Permítame que le explique. Yo vivo en Kiev y si, por ejemplo, hoy mismo quisiera comprar flores para mi piso podría hacerlo, pero mañana no sé si todavía tendré casa. Pienso que en los territorios ocupados la cosa será como lo fue en Kiev en la primavera de 2022. Puedes encontrar comida, en principio tendrás electricidad en casa, habrá recursos, incluso aunque los supermercados no siempre estén bien dotados, ya que las cadenas de suministro están rotas.

Hay una especie de mito acerca de que los rusos están protegiendo a las personas que hablan ruso pues dicen que todo el que habla ruso es un ciudadano en potencia. Imagínese que alguien le dijera que usted es francés porque habla francés y que le iba a proteger aunque usted no quisiera que lo hiciera.

Además, y sobre todo, ha de entender que cuando la ocupación se hace permanente y las fuerzas rusas controlan el territorio procuran crear un sistema basado en el miedo.

Cualquiera puede ser secuestrado en cualquier momento. Pienso que puede ser similar a alguno de los relatos que hemos oído acerca de América Latina en el pasado: personas que desaparecen en un momento, alguien se presenta armado en tu casa y ya estás despachado.

¿Conoce alguna forma de resistencia y solidaridad en los territorios?

Sí, pero no podemos hablar de eso por razones de seguridad.

¿Piensa usted que el asunto de los territorios ocupados y la situación de estas poblaciones está claro para la opinión pública en la Europa occidental?

No, no creo que lo esté. Y me parece extraño. Algunos países europeos han sido ocupados. Nuestra ocupación es una repetición cotidiana de la masacre de Bucha, muchas personas son asesinadas día tras día.

Imagine que el barrio más peligroso de su ciudad crece hasta alcanzar el 20 % del territorio de su país. Imagine el miedo que sentiría al tener que ir allí, o incluso al salir del coche. Imagine que esto sucede en su ciudad, en su región, que lo pueden matar porque no le gusta alguien más poderoso que usted. Así pues, pienso que la gente no comprende lo que pasa. La ocupación es un terrible desastre. La ocupación no es paz.

En Crimea no se ha permitido el acceso a ninguna misión internacional, se ha producido la desaparición forzosa de más de 300 personas y todos los periodistas internacionales han visto bloqueada su actuación. Y han prohibido toda clase de iglesias, excepto la Iglesia Ortodoxa Rusa. Y lo mismo ha sucedido en el Donbás. Están matando y secuestrando a la gente. La ocupación es un desastre, se lo repito.

¿Reciben ustedes algún tipo de ayuda de los ciudadanos rusos?

No de los ciudadanos normales, pero sí de abogados y defensores de los derechos humanos. Estas son las personas que nos vienen prestando apoyo desde 2014. Y sabemos que cada día son más las que están abandonando Rusia.

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🤝  Este artículo se ha publicado dentro del marco del proyecto colaborativo Come Together
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