El 1 de junio, una serie de drones ucranianos atacaron varios aeródromos rusos que sirven como bases para aviones de combate y la denominada aviación estratégica, es decir, aviones que transportan los misiles más letales de Rusia, entre los que podrían incluirse cabezas nucleares. Estos aviones son los que han liderado los bombardeos indiscriminados de ciudades ucranianas.
Los servicios de seguridad de Ucrania confirmaron posteriormente que habían preparado la operación durante un año y medio. El cálculo inicial fue que se habían dañado hasta 40 aviones rusos, lo que supondría hasta un tercio de las fuerzas estratégicas rusas. Durante varios días, expertos independientes y analistas de inteligencia de fuentes abiertas (OSINT) han estado intentando verificar esta cifra. La última cifra fiable es doce aviones, que es menos de 40, pero sigue siendo bastante: los aviones en cuestión tenían un valor de cientos de millones de dólares y los destruyeron drones con visión en primera persona (FPV) cuyo coste es de 500 dólares.
Según un informe que ha estado difundiéndose ampliamente y que ha sido compartido por Kyiv Independent, dos aviones de reconocimiento sufrieron daños irreparables a causa de la Operación Telaraña. Si es cierto, afectaría en gran medida a la capacidad de Rusia para llevar a cabo ataques aéreos.
More importantly, the Russian aviation and defence industry is unable to rebuild any of these aircraft. Not just in the near future, but ever. Russia does not have allies close and loyal enough to be willing to transfer such sophisticated technology to it. And anyway, who would want to lend expensive military hardware to a country that – bombast and sabre-rattling notwithstanding – is unable to protect it?
Y, lo que es más importante, la industria aeronáutica y de defensa rusa no puede reconstruir ninguno de estos aviones. No solo en el futuro próximo, sino nunca. Rusia no cuenta con aliados lo suficientemente cercanos y fieles como para estar dispuestos a transferirle una tecnología tan sofisticada. Y, en cualquier caso, ¿quién querría prestar el costoso material militar a un país que (a pesar de su grandilocuencia y su bravuconería) es incapaz de protegerlo?
El golpe asestado a Rusia con la Operación Telaraña no solo se mide por el número de aviones destruidos, sino también por la humillación del FSB y del contraespionaje ruso
El golpe asestado a Rusia con la Operación Telaraña no solo se mide por el número de aviones destruidos, sino también por la humillación del FSB y del contraespionaje ruso. Los ucranianos lograron infiltrar camiones llenos de drones a miles de kilómetros dentro del territorio ruso. Las partes más efectivas de la operación se realizaron en Siberia (en la base Belaya, en la región de Irkutsk) y en el extremo norte (en la base Olenya, cerca de Murmansk). La jugada de Kiev también fue una magistral maniobra de guerra psicológica que generará paranoia: a partir de ahora, todos los camiones en Rusia serán motivo de sospecha y temor.
Expertos citados en el medio de comunicación online ucraniano New Voice destacan la importante dimensión simbólica de la Operación Telaraña. Ucrania ha demostrado que en su guerra defensiva contra Rusia, mantiene su independencia, su capacidad de planificación táctica y su capacidad de dirigir operaciones complejas y eficaces, incluso en territorio enemigo.
La Operación Telaraña ha levantado el ánimo tanto del ejército ucraniano como de la población. Ha servido para demostrar que Ucrania no está perdiendo la guerra y que Rusia quizá no sea tan poderosa e inagotable como le gusta denominarse. Esta valentonada rusa quedó patente hace poco en las llamadas conversaciones de paz celebradas en Estambul. Vladimir Medinsky, un representante del Kremlin, alabó la preparación de Moscú para soportar una guerra prolongada recordando que Rusia luchó contra Suecia durante 21 años, como señala Natalia Glukhova en Novaya Gazeta Europe.
A pesar de la falta de avances importantes en Estambul, aparte de un acuerdo sobre un nuevo intercambio de prisioneros y la repatriación de 6000 soldados ucranianos muertos en combate, una encuesta realizada por el centro independiente Levada a finales de mayo demuestra que los ciudadanos rusos parecen estar más a favor de las conversaciones de paz y del fin de la guerra. Alrededor del 64 % (un 6 % más en comparación con marzo) se mostró a favor de las conversaciones de paz, mientras que el porcentaje de personas que apoyaban la continuación de la guerra disminuyó del 34 % en marzo al 28 % en mayo. El apoyo a las negociaciones pacíficas es superior entre mujeres (73 %) y personas menores de 24 años (77 %). “Solo el 3 % de los rusos cree que Rusia es un obstáculo para la paz.
Por otro lado, el 14 % de los encuestados cree que la culpa es de EE. UU., mientras que el 36 % considera que Ucrania y los países europeos son los principales obstáculos en las negociaciones de paz”, observa Kateryna Hodunova en Kyiv Independent.
El deseo de paz ampliamente compartido por la opinión pública rusa se confirma en una serie de entrevistas realizadas en Rusia por el medio de comunicación a personas de diferentes orígenes y opiniones, incluidos opositores al régimen, aunque según afirma, los rusos “no apoyan a Ucrania ni su soberanía”. Tal y como informa Oleg Sukhov, “a pesar de hablar bajo la condición de mantener el anonimato y la posibilidad de expresar libremente sus opiniones, los rusos dentro del país se pronunciaron en línea con la postura oficial rusa, acusando a Ucrania de estancar las negociaciones o incluso argumentando que no habrá paz mientras Ucrania siga siendo un país independiente”.
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