El 15 y 16 de junio, los representantes de 92 países (incluyendo a varios jefes de Estado y de gobierno) y de ocho organizaciones internacionales se reunieron en Bürgenstock, Suiza, para una cumbre de paz en Ucrania. La cumbre da continuación a cuatro reuniones preliminares que empezaron en 2023 con el objetivo de alcanzar “una solución pacífica y con arreglo al derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas” para la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Centrada en cuatro temas (la protección y seguridad nuclear, la libertad de navegación, la seguridad alimentaria y los aspectos humanitarios), la cumbre ha desembocado en una declaración final firmada por 78 participantes, que reafirman la “soberanía, independencia e integridad territorial de Ucrania” y comprometen a los participantes a “solucionar los conflictos por medios pacíficos según los principios del derecho internacional” y a “llevar a cabo medidas concretas para avanzar en los temas de la conferencia”.
Si bien no estaba invitado a la cumbre, Vladímir Putin ha ejercido su influencia a pesar de todo, presentando la víspera una proposición que implicaría de facto la anexión ilegal de cuatro regiones parcialmente ocupadas por Ucrania, el desarmamiento del país y su neutralidad, así como la retirada de las sanciones occidentales. Por supuesto, se ha rechazado la “mano ofrecida” por el Kremlin.
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