«Cuando entras al comedor de los obreros, podrás apreciar que los muros están cubiertos de calendarios con mujeres desnudas», describe Alice*, joven carpintera francesa. «Sentí que entraba en un mundo en el que había un lugar para mí, pero a medias. No lo hacían para intimidarme. Los calendarios estaban ahí desde antes, pero no los iban a sacar solamente por mí». Antes de ser carpintera, Alice era ingeniera civil. Se trata de un mundo que es, también, mayoritariamente masculino: solo hay un 30 % de mujeres en promedio. En su empresa, ella es la única artesana mujer.
En la época de las cuotas de género obligatorias para las empresas, la segregación sexual continúa estando presente en el mundo laboral europeo. Existen, en efecto, muchos oficios mayoritariamente masculinos o femeninos, en los que más del 50% de los profesionales son del mismo género.
Profesiones impuestas socialmente
Nacer con cromosomas XX o XY no determina a nadie a ser enfermera o mecánico. Sin embargo, existe una sobrerrepresentación de mujeres en los sectores educativos, asistencial y sanitario. Las cualidades de atención y preocupación por los otros, que están efectivamente presentes en estos sectores, remiten a una suerte de extensión «natural» de lo que hacen las mujeres en el hogar.
En contraposición, los trabajos ejercidos exclusivamente por hombres suelen demandar cualidades asociadas a la masculinidad, al hecho de ser «un verdadero hombre»: virilidad, fuerza física, liderazgo. Son cualidades que hallamos entre los mecánicos de maquinaria agrícola e industrial, los obreros de la construcción y los directores generales de empresa.
Desde que trabajo por mi cuenta, lo hago casi únicamente con mujeres [...] Antes, no pensaba que trabajar únicamente con mujeres, o elegir cuándo trabajar también con hombres, fuese una solución. Pero me di cuenta de que la igualdad no pasa por la ausencia de las diferencias, sino por la aceptación de que existen. Hay que tomar en cuenta estas diferencias para generar un entorno de trabajo cómodo para todos».
Fanny Colin, carpintera
Cet article est publié en partenariat avec Reporters d’espoirs
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