A mitad de camino la presidencia española está transcurriendo con sigilo, discreción, y alguna que otra decepción. El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero lo intentó con Obama en lacumbre bilateral UE-EEUU que tendrá lugar en mayo, y Obama no vendrá a Europa, por razones más internas que de mero rechazo a la UE. Tampoco Catherine Ashton, jefa de la diplomacia de la UE, estuvo presente en la cumbre con Marruecos, a principios del mes de marzo, para apoyar una de las grandes apuestas de la presidencia española. Y parece que la única cita importante que le queda es la cumbre con América Latina, durante el próximo mes de junio, además de una descafeinada cumbre de la Unión por el Mediterráneo (UPM), de incierto resultado dado el bloqueo permanente del conflicto de Oriente Medio.
Y es que a la presidencia española le ha tocado el papel de conejillo de Indias, con las reformas del tratado de Lisboa y las novedosas figuras institucionales de Herman Van Rompuy y Catherine Ashton pidiendo su sitio al frente de Europa. La ocasión se anunciócomo una oportunidad para que Zapatero diera un salto adelante en su siempre tímida apuesta exterior. Pero la profunda crisis económica doméstica no constituye un buen ejemplo para predicar en Europa. La alta tasa de desempleo y el hecho de que España sea el único país de la zona euro que estadísticamente continúa en recesión no son presentables ante los socios europeos. En los tiempos que corren y ante tanta "competencia" Europa exige liderazgo, y Zapatero ha optado por la discreción y priorizar los problemas internos.
A España se le ha adjudicado uno de los papeles de "mal alumno" en esta Europa azotada por la crisis, en la que a la hora de rascarse el bolsillo la solidaridad no parece tan clara, como pone de manifiesto la dura negociación sobre el rescate de la quiebra financiera a Grecia. Y eso a pesar de la reiterada insistencia del gobierno español en que las distancias con Grecia son abismales. Precisamente Zapatero, por su propio interés en ello, puede asumir ahora un papel protagonista para que Europa se ponga de acuerdo en ayudar a los países en problemas. Sergio Cebrián
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