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"Mal que bien" la Comisión ha presentado, el 29 de junio, su programa presupuestario para el periodo 2014-2020, subraya Le Figaro. En conjunto, "los créditos de la política agrícola se mantienen invariables en valor absoluto, tal y como exigía Nicolas Sarkozy [durante los siete años, 371.700 millones de euros o el 36,2% frente al 39,4% sobre el presupuesto global propuesto de 1.025.000 millones de euros, es decir, el 1,05% del PIB de la Unión]. Para Europa central, menos desarrollada, se mantienen las ayudas regionales. Se mantienen las prioridades del momento, como la energía o el acceso a Internet. Por el contrario, la idea de una tasa financiera, propuesta por Bruselas para aliviar a la tesorería europea, ya está marcada por un veto británico", informa Le Figaro.
Esta tasa sobre las transacciones financieras (TTF) o tasa Tobin, "de la que falta fijar la proporción, afectará a todas las actividades de los organismos financieros en el seno de la UE y debería aportar entre 50 y 70.000 millones anuales", lo que permitiría garantizar los recursos propios del presupuesto europeo.Para Libération, se trata de "una revolución, mucho más sorprendente cuando sabemos que siempre ha estado en la agenda de los movimientos antiglobalización y que desde 1958 el Ejecutivo europeo nunca ha estado posicionado más a la derecha, fiel reflejo del equilibrio político europeo (22 de los 27 Estados están gobernados por la derecha)". Por tanto, no es seguro que los Estados miembros se apresuren a poner en marcha una tasa que el portavoz del Gobierno británico, citado por Euobserver, ha tildado de "irrealista".
Otro asunto de discordia entre la Comisión y los Estados miembros son los ajustes que los Estados miembros reclaman a los eurócratas, "estos cerca de 50.000 privilegiados, hasta ahora considerablemente inmunizados contra la austeridad, se preparan para sufrir un replanteamiento sin precedentes en el último medio siglo", escribe Le Figaro.
"Podríamos decir que es la patata caliente que se pasan entre los sindicatos, la patronal - la Comisión, en este caso – y sobre todo quienes pagan, en otras palabras, los Estados miembros. "Bruselas debe solucionar con premura un grave problema de equidad y de credibilidad: no puede exigir que todos los demás se aprieten el cinturón y, al mismo tiempo, mantener un tren de vida tan elevado', insiste el tesorero de un Estado miembro. Once países – con Francia, Alemania, Reino Unido y lo esencial de Europa del Norte – han entablado un pulso con el ultimátum dirigido a José Manuel Barroso. "Se impone una reducción muy sustancial de los gastos, incluyendo los salarios, las jubilaciones y las ventajas sociales", escriben bien claro en una carta de la que Le Figaro ha conseguido una copia. La ofensiva contra las “ventajas adquiridas” es frontal, en un momento en el que a Grecia se le imponen grandes sacrificios".
