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“¿Cuánto tiempo más?”, se pregunta Die Zeit sobre la foto de una Angela Merkel a la que ya no le quedan muchos amigos en Europa y que se prepara para sufrir un nuevo revés electoral en las elecciones de Renania del Norte-Westfalia el próximo 13 de mayo. Partiendo de la base de que prácticamente todos los cancilleres alemanes han tardado demasiado en retirarse, el redactor jefe Bernd Ulrich hace balance de los años de Merkel como canciller.
Esta protestante nacida en la RDA, sencilla y sin experiencia en discursos bonitos, acabó por congeniar con todos los alemanes, sobre todo con los del Oeste, a los que consideraba “consentidos, un poco flojos y perezosos”. Por su parte, ellos se “merkelizaron”, rindiendo un auténtico culto a sus supuestas debilidades: su sobriedad y su falta de glamour. Y la crisis del euro fue lo que marcó el punto culminante de esta transformación, según Ulrich:
En 2005, Merkel pensaba que tenía que aportar un impulso a los alemanes. Hoy tiene que convencer a los electores para que ayuden a los demás, mantengan su sangre fría y sobre todo, sigan consumiendo con sensatez y empeño. Su política se ha invertido totalmente. Por lo tanto, ¿ha terminado su misión en Alemania? ¿Ha emigrado a Europa? [...] Sin la normalidad alemana, protegida por esta canciller ultra normal, Europa habría sido presa del caos desde hace tiempo.
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Lejos de imaginar la caída inmediata de la canciller, Ulrich concluye lo siguiente:
Es posible que la Merkel alemana haya superado su cima, mientras que la Merkel europea vive actualmente su momento culminante. Quizás ya no la necesitemos en nuestro país, sino más bien en Europa. [...] Sólo tiene 57 años. Por lo tanto, es una política con futuro. Lo que queda por saber es dónde.
