Tasas de desempleo por las nubes. Jóvenes españoles y portugueses se manifiestan en la Plaza de Rossio de Lisboa. 23 de mayo de 2011.

Salven a los jóvenes, no a los bancos

Europa acude al rescate de los mercados financieros, pero no de su juventud, cuyos derechos elementales en materias como la educación, el trabajo y la vivienda se ven cada vez más pisoteados. Así que, para defenderse, esa juventud aplica lo que se ha convertido en norma: coge lo que puedas y vete.

Publicado en 11 agosto 2011 a las 15:52
Tasas de desempleo por las nubes. Jóvenes españoles y portugueses se manifiestan en la Plaza de Rossio de Lisboa. 23 de mayo de 2011.

La juventud no es un grupo social homogéneo, ni una institución financiera al borde del abismo. Lo cual es una pena, porque si fuese lo uno o lo otro hace ya tiempo que los planes de rescate nacionales e internacionales hubiesen provisto miles de millones para garantizarles una educación, un trabajo, una vivienda — en resumen: un futuro — tal y como abogaría el principio de solidaridad intergeneracional.

La falta de capacidad de los responsables políticos, o su ausencia de voluntad de llegar a un consenso acerca de estas cuestiones, mina progresivamente los pilares de una sociedad de consumo en la que un número creciente de ciudadanos se perciben a simple vista como espectadores de un capitalismo alegre pero reservado a una elite. El sistema capitalista no puede mantenerse, salvo que una mayoría participe del mismo. Pierde todo tipo de atracción cuando se convierte en el juguete de unos mercados tan libres como inestables. Se convierte, por tanto, en un sistema obsoleto y sin alternativa que genera en los jóvenes ciudadanos, los recién llegados a la sociedad, un sentimiento de incertidumbre, de escepticismo y de angustia ante el futuro. Privados de toda perspectiva de futuro, los jóvenes acaban reclamando lo que creen que les pertenece juntándose en grupos multitudinarios ante la puerta de quienes les han desvalijado.

Grecia, España, Chile, Israel y Reino Unido viven la experiencia a escalas muy diferentes. Por muy nacionales que sean las reivindicaciones de los distintos movimientos, todas incluyen las mismas reivindicaciones fundamentales: los jóvenes quieren tener acceso a una educación, a trabajo y a vivienda.

No basta con tener estudios y un trabajo

Los jóvenes de hoy en día viven en condiciones que no les permiten, o les impiden, satisfacer dichas exigencias, que en realidad son derechos fundamentales. En un gran número de ciudades israelíes o inglesas, no basta con tener estudios y un trabajo para poder acceder a un alojamiento y, aún menos, para mandar a los hijos al colegio.

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Mientras los Gobiernos inyectan miles de millones de euros en los mercados simplemente para no enojar al sacrosanto [índice] Dow Jones, las prestaciones sociales se desvanecen. Únicamente los escasos que salen ganando con el sistema, quienes siguen con angustia la evolución de las Bolsas o debaten sorbiendo té la diferencia entre jóvenes frustrados y jóvenes criminales, pueden sorprenderse cínicamente de la denuncia que se hace de dichas políticas en países como España, Grecia o Reino Unido, donde la tasa de desempleo juvenil alcanza el 44%, el 38% y el 20%, respectivamente.

Las sumas que se han evaporado en la Bolsa no representan nada en comparación con el debilitamiento de los vínculos sociales. Mientras luchan por estudiar en anfiteatros abarrotados, sin poder alimentar la esperanza de cumplir sus sueños algún día, Facebook ya no basta como medio expiatorio. Es suficiente con que se produzca un incidente desafortunadamente trágico pero banal, como en Inglaterra, para que se dé rienda suelta, bajo el amparo de la masa, a esa frustración reprimida. Así se transforma a las personas cuyas reivindicaciones son justas en vándalos y autores de actos de pillaje. Se reproduce a pequeña escala lo que sucede a gran escala: coge todo lo que puedas y lárgate. El espíritu de los agentes de Bolsa ha tomado las calles.

Ni las fuerzas de policía, ni las bonitas palabras pondrán un fin a estos desmanes. Los dirigentes políticos deben reaccionar, y hacerlo rápidamente. ¿Llegará a verlo algún día la generación que ocupa hoy las calles? Puede ponerse en duda.

Jóvenes

Vientos de revuelta en Europa

“¿Confían los jóvenes de Europa en el futuro?” se pregunta en portada el diario danés Jyllands-Posten, que tras comentar cómo la policia intenta calmar a los manifestantes, recuerda que hace sólo seis meses otro grupo de jóvenes ingleses de índole totalmente diferente, estudiantes de la prestigiosa Universidad de Cambridge, también estaban protestando. Y que también los jóvenes han bajado a las calles de Roma, Madrid y Atenas recientemente.

El periódico sigue explicando que, según algunos expertos, es una cuestión de tiempo que las protestas británicas se extiendan a otras regiones europeas: “En Europa, muchos países tienen los mismos problemas subyacentes, una juventud marginada en barrios populares”, dice David Bell, profesor de la Universidad de Stirling (Escocia).

Es sobre todo la crisis financiera la que complica la vida de los jóvenes, explica Jyllands-Posten, ya que si los jóvenes han crecido en tiempos de prosperidad, esta época ha quedado atrás. Y este cambio afecta principalmente a los jóvenes, apunta el diario, citando un estudio del instituto de análisis IZA que muestra que, si son los jóvenes los que normalmente sacan más partido a las épocas de crecimiento, son también los que más sufren las recesiones económicas.

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