La crisis del euro no es la guerra del Peloponeso, pero con sus civilizadas huestes (ya sean hombres de negro o visionarios de blanco) amenaza el mundo tal y como fue. Puede que Europa se salve, pero no será la misma. Ni sus ciudadanos, ni su patrimonio.
Cuando no hay dinero para pensiones, resulta frívolo reivindicarlo para las piedras. Pero las piedras de Grecia también merecen un respeto: sobre ellas enraizó un sistema político de aspiración universal llamado democracia, sobre ellas se irguió cierta idea de Europa.
También ellas, las piedras, están amenazadas. Curiosamente las cunas de la historia y el arte occidentales son hoy países maltrechos y semihundidos por esa sucesión de crisis-recortes-crisis. Entre Grecia, Italia, España y Portugal suman 122 lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (el 13% del total). Gloriosos pasados de ¿torcidos futuros como el del Coliseo romano?