Somos también responsables de los obreros bengalíes

La catástrofe de la fábrica textil de Bangladesh ha vuelto a poner de manifiesto las condiciones lamentables en las que se fabrican las prendas de vestir de las empresas occidentales. La UE actúa correctamente al ejercer presión sobre las autoridades bengalíes, pero también debería prestar atención a lo que sucede en otros países.

Publicado en 3 mayo 2013

Se trata de una catástrofe cuya magnitud aumenta cada día. En el derrumbe del inmueble Rana Plaza, en la localidad de Savar, en Bangladesh, han fallecido al menos 500 personas, según las últimas noticias. El recuento de víctimas se puso en marcha hace más de una semana, con 87 fallecidos y 1.000 heridos. Ahora circula otra cifra y no presagia nada bueno. El número de desaparecidos ascendería a 1.000 personas, aunque puede que algunas se hayan contabilizado dos veces.
El complejo de ocho pisos, de los cuales tres se habrían añadido de forma ilegal, albergaba entre otros establecimientos una fábrica textil. Los obreros habían señalado a su jefe una serie de grietas en los muros, pero éste les obligó a ir a trabajar, amenazándoles con retener una parte de su exiguo sueldo.

Los importadores, en parte responsables

Se ha detenido al propietario del inmueble. Es lo correcto, por ser el principal responsable, aunque no es en absoluto el único. Por ejemplo, habría sido claramente preferible que las autoridades adoptaran medidas preventivas, teniendo en cuenta el estado peligroso en el que se encontraba el inmueble. Y también en otros lugares del país, porque el derrumbe de este edificio no es un incidente aislado. Las condiciones de trabajo abominables en Bangladesh se cobran vidas con demasiada frecuencia.                                                 
Este drama explica los precios de las prendas de vestir en algunos establecimientos occidentales. Como esas camisetas o esos bikinis que sólo cuestan unos euros. Es algo que podría hacer reflexionar al consumidor, pero la responsabilidad no puede recaer en él. La responsabilidad más bien recae en los importadores, que deberían controlar mejor que hasta ahora en qué condiciones se fabrican sus prendas.                                            
La Unión Europea es el principal socio comercial de Bangladesh. Puede que la amenaza que esta semana han expuesto en una declaración la Alta Representante de la UE de Asuntos Exteriores [Catherine] Ashton y el comisario europeo de Comercio [Karel] De Gucht, haya tenido un efecto positivo. En dicha declaración advierten a Bangladesh que podría perder las ventajas de las que se beneficia por su estatus de país en desarrollo, como la exoneración de los derechos de importación en la UE.

Bangladesh puede perder sus ingresos por la UE

El problema con este tipo de medidas y sobre todo con el boicot, es que Bangladesh podría perder de este modo su principal fuente de ingresos y que sus actividades se trasladarían a otro país pobre en condiciones tan lamentables o puede que peores.                                                
La UE exige con razón a Bangladesh que respete las normas reconocidas internacionalmente sobre responsabilidad social corporativa o CSR Corporate Social Responsability. Pero también tendría que exigirlo a otros países. Los obreros, crispados, salieron a las calles de Bangladesh para exigir lo mismo en términos menos diplomáticos. Las autoridades bengalíes son las que deberían poner fin a estos escándalos.

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