"No escuchar, no ver, no decir nada"... Los obedientes monos, colocados en la entrada del despacho del primer ministro de Luxemburgo, el 14 de julio.

Todo va bien...¿o no?

Los bancos europeos son sólidos, a tenor del resultado de las pruebas de resistencia publicadas el 15 de julio. El problema es que estas pruebas no prevén la quiebra de un país, algo que todo el mundo teme. Mediapart advierte de que así no es como los Veintisiete podrán solucionar la crisis.

Publicado en 18 julio 2011 a las 14:52
"No escuchar, no ver, no decir nada"... Los obedientes monos, colocados en la entrada del despacho del primer ministro de Luxemburgo, el 14 de julio.

¿Se pueden corregir aún los errores cometidos por los Gobiernos europeos en el momento de la crisis financiera y obligar al sistema financiero a ser realmente transparente sobre sus cuentas y sus riesgos? La autoridad de regulación europea lo ha intentado. Y acaba de fracasar. Los resultados de las pruebas de resistencia, que supuestamente devolverían la confianza en los bancos europeos, no han resultado convincentes.

Las cifras facilitadas por la autoridad europea de regulación no parecen estar a la altura de lo que está en juego. De los 90 bancos europeos evaluados, únicamente ocho (uno austriaco, dos griegos y cinco españoles) no cumplen los criterios esperados: una proporción de al menos el 5% de capitales propios con respecto a sus compromisos. Estos bancos necesitan un capital adicional estimado en 2.500 millones de euros, según la autoridad de regulación. En tres meses deberán presentar un plan de recapitalización.

De este modo, según la autoridad europea de regulación, en plena crisis del euro y en plena amenaza de contagio en toda la zona, las necesidades de recapitalización del sistema bancario europeo se elevarían a 2.500 millones de euros. Una cifra inferior a la del año pasado, cuando se exigió a los bancos recaudar rápidamente 3.500 millones de euros. La autoridad europea de regulación justifica este resultado explicando que el hecho de tener que superar nuevas pruebas de resistencia ha impulsado a los bancos a anticiparse al veredicto. Entre enero y marzo, lograron más de 60.000 millones de euros para la recapitalización.

Los bancos se anticiparon al veredicto

Si el riesgo se encuentra en el nivel indicado, ¿cómo se justifica entonces la sucesión de planes de austeridad en toda Europa y los planes de rescate de cientos de miles de millones? ¿Por qué hay tantas tensiones y temores sobre los mercados financieros y por qué se realizan llamamientos apremiantes, incluso de China y Estados Unidos, para controlar la situación? Según las estimaciones de la agencia de calificación Standard & Poor's, los bancos europeos necesitarían 250.000 millones de euros adicionales, en caso de que se produzca una importante subida de los tipos y una grave desaceleración de la economía. Por su parte, Goldman Sachs predecía que los bancos europeos deberían obtener al menos 29.000 millones de euros después de las pruebas de resistencia.

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Estas diferencias de apreciación, que demuestran claramente la opacidad permanente que rodea al sector bancario, desvelan el error magistral cometido por la autoridad europea de regulación al llevar a cabo estas pruebas de resistencia. Y es que ha intentado sopesar los riesgos, salvo el que está desestabilizando la eurozona y el sistema financiero mundial de forma general: el riesgo sobre las deudas públicas y la posibilidad de que algún país de la eurozona quiebre.

Sin embargo, la autoridad europea de regulación se había propuesto no volver a cometer el fiasco del año pasado cuando tres semanas después de haber superado las pruebas con éxito, dos bancos irlandeses quebraron. Entonces, afirmó que las reglas se endurecerían. Para crear el escenario catastrófico, según ella poco posible, tiene en cuenta una recesión de dos años, un índice de desempleo alto y la depresión del sector inmobiliario. Tal y como se destaca en los diarios españoles, España ya supera con creces este supuesto de catástrofe, con una economía en recesión desde hace casi tres años, una tasa de desempleo superior al 23% y una burbuja inmobiliaria que explotó y acarreó una bajada media de al menos un 40% de los activos inmobiliarios.

Arquímedes no puede sostener el mundo

La subestimación de los factores económicos tan sólo es la punta del iceberg. Porque la autoridad europea de regulación se ha visto obligada a plegarse al dictado de los Gobiernos europeos y del Banco Central Europeo: por principio, un Estado de la eurozona no puede quebrar. Por lo tanto, es inútil probar esta hipótesis y sus consecuencias en los bancos. Se puede entender lo que ha impulsado al BCE a dictar una ley así: las obligaciones públicas se consideran los títulos más seguros, que conforman la plataforma de los capitales propios de los bancos y las aseguradoras, así como la plataforma del sistema financiero. Si estos títulos también corren riesgos, entonces se hunde el suelo de todo el conjunto del sistema financiero. Ya no existe un punto de apoyo sólido para la creación monetaria. Arquímedes ya no puede sostener el mundo.

Por desgracia, los principios no siempre se corresponden con la realidad. Actualmente, las deudas públicas de Grecia, Irlanda y Portugal han sorprendido a todos los actores financieros. A pesar de los múltiples planes de austeridad y de apoyo de Europa, las obligaciones a diez años de estos tres países oscilan entre el 13% en el caso de Irlanda y el 16% en el de Grecia. El contagio ha llegado a la zona central del euro: los tipos de interés italiano y español han superado esta semana el 6%, considerado como el umbral crítico para el euro, el momento en el que se desencadena el engranaje fatal.

Al comprender la escasa credibilidad de estas pruebas, la autoridad de regulación ha intentado salvar la cara. Ha pedido a todos los bancos que publiquen un anexo con múltiples datos para que cada uno pudiera hacerse una idea de su exposición. Incluso antes de su publicación, el banco regional alemán Helaba expuso que se trataba de un ataque a la competencia y se ha retirado del proceso. La federación bancaria alemana se unió a sus críticas, explicando que esta transparencia era perjudicial para devolver la confianza.

Los bancos se niegan a ser transparentes

Esta crítica constituye una hipocresía inusual. Porque al defender el mantenimiento de una cierta opacidad, los bancos se cubren unos a otros. Desde hace varias semanas, en medio de un gran silencio, el mercado interbancario se está congelando. Los bancos se niegan a prestar a aquellos que parecen más frágiles. La desconfianza no sólo afecta a los bancos griegos, portugueses o irlandeses, sostenidos desde hace meses por el BCE y sus bancos centrales, sino también a algunos bancos españoles, ciertos bancos regionales alemanes y otros como Dexia.

Por su parte, la Comisión Europea también expresa su preocupación por la publicación complementaria de estos datos: "No debe subestimarse el riesgo de que los analistas los utilicen para establecer sus propias pruebas de resistencia sobre los bancos", explica un documento confidencial europeo citado por Bloomberg. "Los resultados que ha presentado la autoridad de regulación podrían refutarse con las pruebas de mercado".

Esta inquietud está justificada, pero tan sólo es la consecuencia de las elecciones de los Gobiernos europeos. Se ponen voluntariamente en manos de los mercados al negarse a obligar a los bancos a ser transparentes, a hacer limpieza en sus balances y a reestructurar o incluso cerrar ciertas entidades. Al mantener su negación, dejan vía libre a la especulación. La gran limpieza va a empezar. El 21 de julio, durante su reunión excepcional, los Gobiernos europeos volverán a probar los frutos amargos de su rendición ante el mundo financiero.

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