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Tres Eurozonas son mejores que una

Hay que rendirse ante la evidencia: algunos de los Estados miembros integrados en la moneda única tienen pocas cosas en común, lo que hace imposible cualquier salida de la crisis. La solución que defiende un economista holandés es la creación de tres grupos con reglas más o menos estrictas.

Publicado en 16 septiembre 2011 a las 13:58

Durante la introducción del euro, uno de los principales objetivos era la convergencia de las economías de los Estados miembros participantes. Si no se daba ese caso, un Estado que se quedase a la zaga en el plano económico, quedaría al margen por falta de competitividad.

Y eso es lo que ocurre en algunos países de la Europa meridional, entre ellos Grecia y Portugal. En estos países, la productividad es demasiado baja, el coste de la mano de obra es muy elevado, las exportaciones no son suficientes y las importaciones, por el contrario, excesivas. En otras palabras, las finanzas públicas de estos países están en un estado lamentable, en parte por las razones ya mencionadas, pero también debido a la falta de ética en la administración pública.

Desde hace ya un año, los políticos europeos se esfuerzan por dotar a sus países, en particular en Grecia, nuevos medios para que el déficit público pueda ser financiado. Sin embargo, empieza a ganar adeptos la idea que estas transferencias realizadas por los países ricos de la zona euro a los países más frágiles, por mediación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, no ofrecen una solución a largo plazo.

Una reducción considerable de los salarios griegos es imposible

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Una primera mejora necesaria sería hacer bajar los precios de los productos de dichos países, lo que los volvería atractivos para los países sólidos, que son Alemania, Austria y los Países Bajos (AAP). Desde este punto de vista, el euro constituye un obstáculo manifiesto. Si los países con dificultades económicas tuviesen su propia divisa, una devaluación produciría en seguida los efectos deseados. Con el euro, una rebaja de los precios no es posible a menos que se produzca una bajada general de los salarios.

Pongamos que los griegos aceptasen una reducción de un 20% en sus salarios. Resulta difícil imaginar cómo podría llevarse a cabo esa medida. Reducir los salarios de los funcionarios es relativamente fácil, pero ahí acaba todo. Otro inconveniente de dicho remedio: una reducción de los salarios alteraría el mercado laboral, puesto que la oferta de trabajo perdería de golpe parte de su interés. Sin embargo, el funcionamiento del mercado laboral en Grecia debe mejorarse para poder competir con los países AAP.

Los países ‘seuro’ verían aligerada su deuda

En definitiva, la solución reside en el desmantelamiento de la zona euro. En lugar de un único euro, introduciríamos tres: el neuro, el meuro y el seuro. El seuro se emplearía en países como Grecia y Portugal y el neuro en los países AAP y otros emparentados. El meuro se introduciría en los países que todavía no han demostrado propiamente que pueden pertenecer al euro: Irlanda, Francia y España podrían adoptarlo. La adhesión al seuro sería voluntaria, pero los países que así lo hiciesen verían aligerada una parte de su deuda pública. Para adherirse al neuro, deberían cumplir unas exigencias estrictas en lo relativo a las finanzas públicas, el mercado laboral y el saldo de los pagos corrientes.

Tal y como el economista estadounidense Barry Eichengreen y, siguiendo su misma línea,un buen número de políticos holandeses, a menudo de izquierdas, quieren hacernos creer ¿conducirá el desmantelamiento del euro a la “madre de todas las crisis financieras”? Afirman que sobrevendrá una crisis, porque los titulares de las cuentas temerán que sus euros se transformen en seuros, que tienen menos valor y se apresurarán en retirar sus preciosos euros de los bancos. Lo cual desencadenará una avalancha sobre los cajeros automáticos, y, como consecuencia, una crisis bancaria.

Van Rompuy es el mensajero de Sarkozy y de Merkel

Hay que evitarlo, por supuesto. Para ello, el presidente de la UE, Herman Van Rompuy, deberá reunirse en secreto el viernes por la tarde con el Consejo Europeo. La noche del viernes, la circulación de capitales en los países de la zona euro será puesta bajo estrictos límites y deberá llegarse a un acuerdo para clasificar a los países de la zona euro en las tres nuevas zonas. El sábado por la mañana, el BCE empezará a imprimir neuros, meuros y seuros y el domingo por la mañana los furgones blindados de transporte de dinero saldrán con los nuevos billetes de banco hacia los distribuidores de moneda en las diversas zonas euro, para que el lunes por la mañana…

Sin embargo, creo que todo eso es un sueño. No hay en absoluto un presidente en el seno de la UE; Herman Van Rompuy no es más que el mensajero de Merkel y de Sarkozy, y ellos, cueste lo que cueste, tienen que mantener unida a la familia del euro. La eterna pesadilla de la toma de decisiones en el marco de la UE a propósito de la crisis del euro va a dilatarse en el tiempo.

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