Probablemente Vladimir Putin se fuera a dormir ayer con una sonrisa de oreja a oreja. De hecho, la revelación de que los servicios secretos estadounidenses podrían haber escuchado las conversaciones telefónicas privadas de la canciller alemana a primera vista podría parecer una broma.
¿La jefa de un Estado europeo, que jamás ha mostrado reflejos anti-estadounidenses a lo largo de su trayectoria política, que defendía con valentía el eje transatlántico, y a la que los estadounidenses se dedican a espiar? Esto sólo ha hecho gracia en el Kremlin.
No obstante, dada la situación actual, esta sorprendente noticia no carece de fundamento. En cualquier caso, las reacciones de la cancillería federal y de la Casa Blanca nos hacen pensar que la historia revelada por el Spiegel no es ningún cuento. Si bien es cierto que aún es demasiado pronto para medir la magnitud del escándalo, ya podemos hacernos una idea de las preguntas que plantea.
En el punto de mira
¿El BND [los servicios de inteligencia alemanes] concede algún crédito a estas escuchas? Para empezar, nos gustaría saber por qué este increíble "abuso de confianza" no ha sido revelado por los servicios alemanes, sino por parte de periodistas. ¿El BND pensará que el espionaje de la dirigente política más poderosa de Europa es un asunto sin importancia?
Al mismo tiempo, nos preguntamos quién controla los servicios secretos de Estados Unidos. Angela Merkel no es la primera jefa de Estado a la que le sucede algo así. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se encuentra claramente en el punto de mira de la NSA [los servicios de inteligencia estadounidenses] y acaba de cancelar una vista de Estado a Estados Unidos en septiembre.
Hace solo unos días, convocaron al embajador de Estados Unidos en Francia en el ministerio de Exteriores en París, ya que existían sospechas de que Estados Unidos había cometido espionaje industrial con el pretexto de combatir el terrorismo.
El preocupante descontrol de la NSA
Esta misma pregunta también la planteó el candidato a la cancillería Peer Steinbrück durante la campaña electoral. Entonces muchos pensaron que era una paranoia. Pero hoy parece que la pregunta de Peer Steinbrück estaba más que justificada.
Si la República Federal de Alemania está supeditada a la protección de Estados Unidos, esto no autoriza en absoluto a la potencia protectora a actuar por encima de la ley o de las o costumbres diplomáticas. En Estados Unidos, el descontrol de la acción de los servicios secretos desde los atentados del 11 de septiembre claramente adopta una magnitud preocupante. Estas prácticas deterioran los valores de Occidente y socavan la cohesión política.
Aún es demasiado pronto para medir las repercusiones políticas de este último escándalo. ¿Podemos seguir creyendo en las protestas de Washington, que afirma que todo este asunto tan sólo es un malentendido? Probablemente no. Cuando los jefes de Estado se encuentran en el punto de mira, no se trata de una coincidencia, sino de una estrategia cuidadosamente planificada. El asunto de las escuchas de la NSA podría tener repercusiones políticas importantes y desembocar en un movimiento espectacular de las placas tectónicas de los dos lados del Atlántico.