Carteles de diferentes países para las elecciones europeas de 1979.

Una asamblea no tan "inútil"

Mejor considerada en el Este de Europa que en el Oeste, el Parlamento posee un papel clave en el seno de la Unión. Las diferencias políticas se mitigan, y esto hace del mismo un lugar privilegiado para el debate europeo.

Publicado en 14 mayo 2009 a las 15:24
Carteles de diferentes países para las elecciones europeas de 1979.

¿Cuál es el color ideológico de Europa? Desde un punto de vista puramente aritmético el viejo continente parece inclinarse hacia la derecha: de los 27 estados que componen la UE, 14 están dirigidos por un gobierno de centro-derecha, 8 por gobiernos de izquierda y 5, entre los que se encuentra Rumanía, por coaliciones que reagrupan a las dos corrientes ideológicas. La derecha domina el Parlamento Europeo, con 288 eurodiputados del Partido Popular Europeo (PPE) de un total de 785, frente a los 217 eurodiputados socialistas, aunque el mandato actual está a punto de concluir.

No obstante, este tipo de cálculos es un poco engañoso. La división ideológica es en realidad mucho más difusa que en los Estados Unidos, por ejemplo. La actual crisis económica mundial ha obligado a la mayoría de los políticos comunitarios a declararse partidarios incondicionales del Estado Social y posteriormente críticos del liberalismo “salvaje” anglosajón. El vocabulario político europeo de hoy en día está repleto de términos como solidaridad y redistribución, mientras que las referencias a la competencia y a la economía de mercado intentan evitarse escrupulosamente.

Las diferencias conceptuales derecha-izquierda en la relación con los Estados Unidos son más significativas en cuanto a cuestiones como el papel de la UE en el mundo y la progresión de la integración política de Europa. Es más, mientras que el PPE es una estructura que aúna corrientes relativamente eclécticas, el Partido Socialista Europeo (PSE) está más vinculado y es más próximo a la ideología de los liberal-demócratas y los Verdes, que son grupos políticos que se benefician del apoyo de los intelectuales y de los medios de comunicación, que también tienden a ser de izquierdas en Europa Occidental. Así que es probable que el Parlamento Europeo continúe siendo un territorio en el que las decisiones y las declaraciones políticas se circunscriban a los límites de lo “políticamente correcto”.

Pero, a fin de cuentas, ¿por qué es importante el Parlamento Europeo? Más allá de su función como expresión definitoria de la democracia comunitaria en funcionamiento, desde un punto de vista práctico el Parlamento juega al menos un papel fundamental en dos situaciones muy concretas: 1) la elección de los comisarios y del Presidente de la Comisión Europea y 2) la aprobación del presupuesto de la Comisión Europea. Es más, en caso de que finalmente se adoptase el Tratado de Lisboa, después del segundo referéndum en Irlanda y habiendo resuelto el contratiempo de la República Checa, el papel del Parlamento Europeo se vería acrecentado desde un punto de vista formal. Sin embargo, esto es ver el vaso medio lleno, porque si la actual crisis se alarga, la buena voluntad de los líderes políticos a la hora de alcanzar compromisos nacionales buscando beneficiar el proyecto de la UE se deshará como la nieve al sol. Teniendo esto como resultado la disminución del peso de instituciones como el Parlamento Europeo.

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Este año será la séptima vez que las elecciones legislativas europeas se organicen simultáneamente en todos los Estados miembros de la UE desde 1979. El índice de participación probablemente sea tan bajo como siempre y el objetivo político será sobre todo interno, lo que no implica que no haya también un importante objetivo externo, sobre todo para Rumanía y Bulgaria, los últimos en llegar. Hay un objetivo de otro tipo que tiene más importancia para los antiguos miembros de la UE: la calidad del equipo que se envíe a Bruselas y a Estrasburgo.

Tradicionalmente, en Europa Occidental se recluta principalmente a los europarlamentarios entre los políticos que se encuentran en un segundo plano o al final de su carrera. Las cosas tendrán que funcionar de forma distinta en Europa del Este, porque allí los objetivos de un eurodiputado son diferentes por dos razones: 1) las relaciones entre los partidos autóctonos y estructuras como el PPE, el PSE o la Alianza de los Demócratas y los Liberales por Europa (ALDE) tienen más peso que para los países Occidentales, 2) la capacidad para promover los intereses nacionales del equipo de europarlamentarios a nivel europeo cuenta mucho más.

No sé sabe exactamente cuál ha sido la influencia de estos criterios durante el desarrollo de las listas electorales nacionales y todavía está por descubrir, el 7 de junio, la opinión que tiene de ellas el electorado europeo.

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